Santa Marta, 493 años

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Escrito por:

José Lafaurie Rivera

José Lafaurie Rivera

Columnista Invitado

e-mail: jflafaurie@yahoo.com

Twitter: @jflafaurie



No escribo esta columna para los samarios ni para los magdalenenses, que, asumo, conocemos bien la historia y méritos de nuestro terruño, que ya se afana por llegar a los cinco siglos.
La escribo, más bien, para honrar a Santa Marta ante Colombia entera; esa Colombia que, para nuestra tristeza, cada vez sabe menos de su historia, su cultura, sus tradiciones y sus riquezas.

Se puede decir, sin temor a equivocaciones, que Colombia nació en Santa Marta, la ciudad más antigua del país y la tercera más antigua de Suramérica. Una historia que empezó el 29 de julio de 1525, cuando la fundó don Rodrigo de Bastidas, un notario devenido en conquistador, que quiso honrar en su día a la patrona de La Algaba, poblado cercano a su natal Sevilla.

Sin embargo, resulta injusto asociar a Bastidas con la barbarie conquistadora, porque don Rodrigo era, más bien, un colonizador, un civilizador; condición que fue también su desventura, traicionado por quienes solo perseguían la obsesión de El Dorado, la explotación indígena y la apropiación de tierras, símbolo para entonces de poder y riqueza.

Fue también Santa Marta la última morada del libertador Simón Bolívar, cuya memoria se honra en San Pedro Alejandrino. Pero a esta ciudad pionera le debemos muchas cosas más. Allí nació la ganadería colombiana, con los primeros animales importados desde La Española, la isla a la que arribó Colón en 1492, hoy compartida por República Dominicana y Haití. Desde Santa Marta también, se inició la epopeya de Gonzalo Jiménez de Quezada, en abril de 1536, para encontrarse con el Rio de la Magdalena e ir en busca de El Dorado, sin saber que se enfrentaría al furor del trópico y, luego, a la mole magnifica de los Andes.
Protegiendo a Santa Marta se encuentra, a propósito, su Sierra Nevada, una especie de broche para rematar el brazo más largo del tridente montañoso con que la monumental Cordillera muere en el Caribe. Su pico más elevado, el Cristóbal Colón, con 5.775 msnm, es la montaña más alta del país y convierte a la Sierra en la formación montañosa costera más alta del mundo.

En sus faldas se asentaron diversos pueblos indígenas, aunados dentro de lo que hoy conocemos como “civilización tairona”, cuya mayor expresión es el conjunto de “Ciudad Perdida”, el cual, junto con todo el Parque Sierra Nevada de Marta, fue declarado por la Unesco, en 1979, como Reserva de la Biosfera y Patrimonio de la Humanidad.

Santa Marta alberga otra verdadera joya ambiental: su Ciénaga Grande, el complejo lagunar más grande de Colombia. Lamentablemente, aunque declarada humedal Ramsar desde 1998, su preservación es un verdadero reto para las autoridades ambientales.

Y claro, su hermosa bahía, su pujanza, sus gentes, sus Fiestas del Mar, todo se une para que Colombia toda celebre el cumpleaños de la mayor de sus hijas: la ciudad de Santa Marta.


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