Costeños: amigos del “0cio” y del “aburrimiento”

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Escrito por:

Eimar Pérez Bolaños

Eimar Pérez Bolaños

Columna: Opinión

e-mail: eimar.perez@unad.edu.co


El regionalismo en Colombia es una peculiaridad evidente y a la vez deplorable, ha generado históricamente distintos escenarios de violencia. Dicho fenómeno constituye una reafirmación de la carencia de alteridad y Francisco José de Caldas en su libro titulado “El influjo del clima en los seres organizados” deja claro no solo las diferencias fenotípicas, sino también, culturales y comportamentales de acuerdo al clima y asentamiento de una población.

Sin embargo, los estigmas de una región a otra son comunes y ahora a través de las redes digitales se acrecientan. En nuestro caso caribeño, somos catalogados como “flojos”, “borrachones”, “rumberos”, pero a pesar de lo anterior también somos amigos del “ocio” y del “aburrimiento” estas últimas características valoradas por filósofos clásicos como Schopenhauer, Nietzsche y hoy por hoy el famoso surcoreano Chul Han.  Pero ¿Por qué el aburrimiento y el ocio son valores por resaltar en la costa? Pues, estos dos estados del espíritu han contribuido a que la costa caribe también haya sido cuna de la filosofía en Colombia y de eso tenemos precursores invaluables como Luis Eduardo Nieto Arteta y Julio Enrique Blanco quienes con el desarrollo de sus ideas dieron aportes para la normalización, institucionalización y desarrollo de la filosofía en el país.

Con lo anterior, no se trata de hacer historia, ni mucho menos entrar en una discusión comparativa de los aportes del caribe en materia académica al país, sino hacer una breve semblanza al presente de la nueva generación de filósofos. Sin pasar por alto una generación anterior y que siguen siendo grandes referentes para nosotros, como es el caso de Numas Armando Gil, Fidel Llinas Zurita, Nelson Barros Cantillo, Eduardo Bermúdez, Ubaldina Díaz, entre otros. Quienes se destacan aún en el campo nacional e internacional en representación de la Universidad del Atlántico en su mayoría, Alma Mater de la cual soy orgullosamente egresado del instituto de filosofía y que gracias a esos referentes hemos sido bien acogidos mis amigos y colegas en distintos campos académicos.

En mi paso por la Uniatlántico cultivé muchas amistades que hoy después de unos diecinueve años aún se conservan, entre estos nombro a Carlos Peña, amigo líder del grupo y académicamente interdisciplinario, a William Ramírez, ejemplo a seguir con su experiencia, Ferney Barrios influyente en el magisterio, Hector Peña con su ontología del humor, lo mismo que Jorge Martínez, Tania Jinete, Nairobis Padilla, Elkin Conterras, Yeimy Monroy, Ernesto Cortez, líder social, entre otros. 

No obstante, estos amigos han ido aumentando paulatinamente, lo cual me hace sentir doblemente afortunado. Tanto así que mis nueve años en Bogotá, curiosamente en mis estudios de maestría en filosofía contemporánea en la Universidad de San Buenaventura, logré reencontrarme con Milber Fuentes Rada, viejo amigo barranquillero de estudio, quien también a la vez me presentó a David Pinzón, hombre social e inquieto por Foucault, lo mismo que a Jorge Armesto el amigo polémico e incisivo en el debate, inquieto en ese momento por Axel Honneth.  Con estos últimos amigos, en nuestros estudios de maestría y desde la capital del país en medio del paisaje de la sabana establecimos lazos académicos importantes, nuestras preocupaciones eran comunes en todo momento, tanto de supervivencia a kilómetros de la natal región, como también preocupaciones por los temas urgentes de la filosofía: la violencia, el sistema imperante, el poder, entre otros.

Sin embargo, lo importantes es que tanto los amigos de estudio de pregrado como los de maestría en su mayoría barranquilleros decidimos desde el “ocio y el aburrimiento” teorizar, problematizar la realidad a través de las ideas filosóficas y hemos aprovechado estos dos estados del espíritu (Nietzsche)  subvalorados por esa sociedad del cansancio y del rendimiento de la que nos habla Chul Han, para hacer resistencia al dogmatismo, a las ideas establecidas y más bien pensar acorde al contexto y al devenir de la humanidad.

Con ese insumo incursionamos en la academia colombiana desde distintos ángulos. Actualmente el destino también me une a Luis Fernando López, Roger López y Adolfo Alvear que junto a los mencionados nos encontramos articulados con otras regiones a través de la academia con filósofos como Einar Monroy, Felipe García, Tayron Achury, Cristian Rodríguez entre otros, como pensadores de esta misma generación a partir del librepensamiento discutimos y debatimos sobre la importancia de construir un mundo humanamente posible.