Adiós, Koko

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Walter Pimienta Jiménez

Walter Pimienta Jiménez

Columna: Vainas mías

e-mail: walter53pimienta@hotmail.com


Parafraseando  a Friedrich Nietzsche: “Los gorilas son demasiado buenos para que el hombre pueda descender de ellos.”

Adiós,  Koko, el gorila “más personal de todos””. Nadie,  entre la  larga escala de todas las especies animales, por  su  cercano parecido con nosotros,  tenía como  ella el  derecho de  hablarnos así  fuese por  medio de dicientes señas bajándose de  los árboles y  caminando erguida para decirnos: “Salven la  Tierra”… y,  mirándonos con  la  profundidad de esos sus hermosos ojos café, advertirnos: “Es  lo  único que  les  queda. Por  favor,  no  la  dañen  más”…y rascándose  la  cabeza, avezada  en comerse un  chocolate,  a continuación, cordial,  como  siempre, una  vez  más,  y  como  era su  costumbre, se convertía  en  resonante e importante  noticia.

Koko  murió como  morimos  las personas,  pero  antes hizo toda  la  tarea,  como  estudiante disciplinada que  fuera,  la  de  aprender a “aprender  hablar” para  hablar con preocupación  del  dolor  mortal de  los  suyos en  vía de extinción,  dolida, triste  y  acongojada de  no  tener entre  los  hombres a un  verdadero amigo… y, entonces, en  su última palabra por  decir,  cerrando  los  ojos, se llevó su  muerte…

Recordemos  a Koko,  como  se  recuerda  a  una  amiga  fallecida. Koko, la  de  las  palabras monosílabas y  disílabas expresadas con  aliento  de selva…Duele su  muerte,  como  duele la muerte de  las cosas buenas…Tomaba piedrecillas en sus  gruesas manos y  las  contaba   tal  que  si  en esta,  le  cupiera el  mundo en  diminutivo y  quisiera reírse haciendo de  él su favorita marioneta…

Duele la  muerte  de Koko,  contradictorio primate que nos  recordará  eternamente que  alguna  vez,  así,  como  ella,  hace  miles de años, también  fuimos…

Quienes convivieron científicamente cercanos  a Koko, hicieron  bien en no vestirla nunca de colores embutida a la  fuerza  en  un  vestido de circo para que  hiciera payasadas en  reemplazo del  caricato a quien   se  le  había  perdido la gracia y  la  risa por siempre;  para eso no  era buena ella, más  bien golpeaba sus  manos y como  cualquier  espectador de  primera  fila,  con una mueca por sonrisa  en  su  rostro,  era capaz de  aplaudir al verdadero  bufón de los  zapatos grandes que constantemente se  caía…

…¿Y  cuánto hablaba  Koko?...Eso no  importa  ahora, ¿para  qué?... quizá lo  suficiente;  pero eso  sí, mejor  y  más educada que  algunos humanos:  hablaba con  la  mirada, y  pidiendo  decentemente  la palabra en  la  salvación de sus mímicas, ademanes  y  gesticulaciones y  en el   movimiento revelador  y  enunciativo de sus  manos pidiendo  un  poco  de  agua,  pidiendo una  fruta, pidiendo  bayas   y brotes…tomando  un  palo en  sus manos y con este, medir la profundidad del  agua que  le  toca cruzar; abrazando a quienes conocía, y  por  vocación de  madre, darles  un  beso  en  la barbilla…

Al  ver actuar a Koko,  no podía decir  uno tontamente:  “Sólo le  falta  hablar”…, porque Koko hablaba, hablaba  tomándose en serio lo  que  hablaba; explicando  en sus señas y  guiños  y  en su  rostro  todo, lo enseñado  y   capacitado a  lo  mejor  queriéndonos recordar episodios nunca  conocidos  ni  imaginados de  su  vida…

La  muerte de Koko está  explicada al  revés y  de haber podido ella escribir con papel  y  lápiz, seguro  hubiese escrito esto  para  nosotros: “Son  ustedes quienes no  saben hablar porque jamás  se  entienden”.

Se  fue  Koko diciendo  tanto sin  saber qué  tanto la escuchamos, diciéndolo  viva  y  afectuosamente con  sus  manos, con  sus ojos y  con  el  corazón…

Por  ello, antes de terminar,  parafraseando a  Friedrich Nietzsche, consigno esto: “Los gorilas son demasiado buenos para que el hombre pueda descender de ellos”

Adiós,  Koko, la  vida  está  llena  de despedidas y  tú  te  merecías  la  tuya,  atávicamente algo  nos unía  contigo en  lo  parecido de  nuestras vidas,  un  resabio  genético  oculto quizá,  un  eslabón que  no  encontró  ningún  examen científico  eso  fuiste…



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