Alberto Gamero: el “Sonero” del fútbol

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Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Acotaciones de los Viernes

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es



Alberto Emilio Gamero Morillo es el director técnico campeón del fútbol colombiano 2018.

Su nombre no ha estado ni está entre quienes pasan temporadas en países extranjeros observando las prácticas y partidos de los equipos más cotizados del mundo para luego aplicar en Colombia las últimas estrategias concebidas en ese deporte; tampoco ha dirigido oncenos que en nuestro país consideramos grandes. Gamero, repetimos, no es un técnico perteneciente a la élite del balompié, pero algo tiene el “Sonero” que lo ha llevado al éxito en su condición de director técnico. Como todo ser humano, Gamero ha tenido altos y bajos en la profesión que lo apasiona. Perteneció a clubes modestos, el Unión Magdalena, entre ellos; también militó en La Equidad, Envigado y Millonarios. En todos ellos defendió con seriedad y ardor los colores respectivos.

     ¿Por qué el apodo de “Sonero”? Tal vez en el interior del país consideren que el técnico samario es un amante del son, un experto bailarín o algo por el estilo. Sin embargo, el remoquete que identifica a este deportista tiene otro origen: Gamero es un corregimiento de Mahates, departamento de Bolívar, donde el músico Wady Bedrán  formó un grupo al cual le puso por nombre “Los soneros de Gamero” en reconocimiento al son cubano. Nada más lógico que llamar “sonero” a una persona que en la Costa lleve ese apellido.

     Los títulos logrados por Gamero no los ha sacado de un sombrero ni son fruto del azar: su seriedad al frente de los clubes que ha dirigido es reconocida por jugadores y directivos. Sus planes de trabajo son rigurosos y se cumplen con la complacencia de los integrantes del plantel de turno. Todos reconocen que la disciplina que impone este DT es la adecuada y ese convencimiento crea el ambiente necesario para lograr los objetivos; así ha ocurrido con los equipos llamados “chicos” que de su mano han llegado al éxito final.

     Cuando Gamero asumió la dirección técnica del Boyacá Chicó, en el 2008, nadie creyó que obtendría el título nacional. Con el Deportes Tolima Alberto Gamero se compenetró de tal manera que transmitió su mística a los jugadores ‘pijaos’ y los llevó a un sorprendente triunfo cuando disputaron el campeonato. Quiso hacer lo mismo con un equipo de su región, pero intereses malsanos se interpusieron en su camino y tuvo que abandonar su propósito. El tiempo demostraría que sus planes eran los correctos y que las intrigas y componendas no conducen a puerto alguno. Gamero volvió al Tolima y este 2018 no solo su barrio Bastidas, no solo Santa Marta sino Colombia entera reconocen la capacidad de este “sonero” que, como dicen los deportistas, “está para grandes cosas”.

     Se equivocaron  con Gamero los críticos y aficionados que creyeron ver en él a un técnico desordenado, sin planificación y, sobre todo, perezoso. No era rara esa mirada negativa, pues es lo que comúnmente se piensa de los costeños en el interior del país. Pero, ¡vaya sorpresa!: Gamero siempre ha trabajado el doble de lo requerido. Como prueba de ello está su salida del Atlético Junior porque exigía doble jornada en los entrenamientos.

     Con tres títulos sobre sus hombros el director técnico samario ha demostrado ser un guerrero del fútbol. Sigue haciendo gala de su sencillez en el deporte y en su rol de ciudadano. Su forma de ser no le permite pavonearse ante nadie para mostrar sus éxitos; están ahí, simplemente. Eso sí, cuando haya que buscar méritos para asignar responsabilidades y sabiduría en el manejo del fútbol colombiano a alto nivel, habrá que echar una mirada a la trayectoria de Alberto Gamero y, en justicia, reconocer su valía.