La corrupción en Colombia

Columnas de Opinión
Tamaño Letra
  • Smaller Small Medium Big Bigger

Escrito por:

Carlos Bustamante Barros

Carlos Bustamante Barros

Columna: Columna Caribeña

e-mail: cm-bustamante@hotmail.com



La corrupción es entendida como el uso indebido del poder que poseen determinadas personas en el empleo que desempeñan a nivel público o privado por el cual obtienen beneficios personales de tipo económico para sí o terceras personas, de la cual se ha hablado con creces en nuestro país en los últimos treinta años porque sus alas negras y largas se han tendido inclementes sobre el desarrollo económico de la patria irredenta ocasionado grave daño en la realización de obras para el bienestar común que nos pertenece constitucionalmente a todos los asociados de la nación.

Por supuesto el factor motriz que mueve la realización de esos actos censurables es la apropiación del dinero fácil por delincuentes de cuello blanco, sustrayendo de las arcas del estado el pecunio derivado de los impuestos que todos pagamos hasta en una caja de fósforos, que engrosan finalmente a cuentas particulares o de testaferros para asegurar la impunidad del delito, para burlar posteriores investigaciones judiciales realizadas por la justicia.

Estudios en la materia indican que en la de década 1989 a 1999 los desfalcos al erario público tuvieron un costo de 7.2 billones de pesos que costaron a la nación 900 millones diarios, por lo cual el estado perdió anualmente 1% del PIB, cifra está muy alta si se tiene en cuenta el presupuesto de la nación y los gastos generados en sus ingresos y egresos de los diferentes renglones estructurales que son cuantiosos.

También el interesante estudio sobre el renglón aludido nos indica que este lacerante fenómeno de ocurrencia en Colombia destruye la eficiencia del estado que puede llegar incluso amenazar la salud pública mediante la construcción con mala calidad con medicinas anticuadas o contaminadas, al mismo tiempo distorsiona distribución de ingresos enriqueciendo a los más ricos y empobreciendo a los más pobres cuando los proyectos públicos no se completan, también va contra el desarrollo de la sociedad porque crea falsa idea que es mejor hacerse rico trabajando para el estado que creando negocio productivo generador de empleo, para rematar finalmente que la corrupción crea de hecho inestabilidad institucional, cinismo, inmoralidad, acrecentando el problema de una nación de falta de legitimidad que es aprovechada por la rebelión armada como herramienta de batalla contra las instituciones legalmente constituidas.

Como puede observarse el problema de la corrupción es sumamente grave porque lesiona los mismos cimientos del estado en que está edificada la patria, en la que los diferentes estudios aconsejan la insertacion de valores éticos en la familia para disminuir su ocurrencia, para que sirva como complemento fundamental a las normas represoras penales para el logro de su disminución sustancial de las malas costumbres de la apropiación indebida del pecunio publico en nuestro país del sagrado corazón de Jesús.

Por razones obvias no voy hacer señalamientos de corrupción porque esto es competencia de los fiscales y jueces de la república que son los únicos facultados legalmente para juzgar la conducta de los hombres aquí en la tierra y el padre celestial cuando ya no sea de este mundo en la hora del juicio final, las diferentes investigaciones judiciales registradas en esta materia de los desfalcos al erario público el país conoce con suficiencia porque han sido registrados en sus informes noticiosos por los medios de comunicación en la cual algunos han sido absueltos y otros purgan pena por sus delitos.

De todos modos los consabidos contratos ocasionadores de desfalcos al erario público del que se ha hablado con insistencia durante los últimos tiempos en nuestro país, son ahora observado en sus requisitos con lupa por los organismos judiciales para establecer si cumplen con las exigencias señaladas en la ley, al mismo tiempo el ministerio publico y zar anticorrupción trabajan en forma coordinada para establecer responsabilidades si las hay, porque en algunos casos prima la mala fe de enlodar nombres por reyertas o pleitos pendientes con personas inescrupulosas lo cual no son de buen recibo bajo el principio de la ética y la moral.