Hoy desde Miravalle, mañana depende de lo que convenga y vaya pasando

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El Pájaro de Perogrullo

El Pájaro de Perogrullo

Columna: Opinión

e-mail: jplievano@outlook.com



Causa malestar y suspicacia el cambio de residencia de Iván Márquez a Miravalle (Caquetá). El tono de su última entrevista, donde indica que no se posesionará de la curul, la cual, según él, no fue regalada, deja mucho que desear.

Hablar de paz y de su protección, a toda costa, desde el Caquetá, con expresiones como “tal vez ahora valemos huevo porque no tenemos las armas” o que “prefiero dejar esa joda allá”, refiriéndose a que no se posesionará de la curul, no es adecuado. De Miravalle, además, de manera insólita sale El Paisa, quien alega que no se ha cumplido con lo acordado en cuanto a recursos para proyectos productivos, y llega Márquez a remplazarlo, ante el susto de que su sobrino saque la guitarra en E.E.U.U. Ambos, parece sin duda alguna, hacen ese movimiento para protegerse de posibles acciones de la justicia y para presionar al gobierno y a la institucionalidad con una definición, adecuada a sus intereses, del asunto “Santrich”.

Según Márquez, El Paisa, que salió de la zona para protegerse, está entre las patrullas y está en el proceso.  Realmente está por acá y por allá, sin posibilidad de ser localizado, hasta que no se defina lo de Santrich y ver qué pasa con el sobrino. Márquez defiende a Santrich a pie de puntilla e indica que sus acusadores tienen una mente enferma, aunado al hecho de que, según él, lo tienen preso de manera ilegal. Para Márquez, el proceso está teniendo muchas dificultades y puede terminar siendo un proceso fallido si el Presidente Santos no lo endereza. Según él, las Farc han cumplido y el gobierno Santos no lo ha hecho.

También señala que la reforma política se hundió por el mar de mezquindades que se presentan en el Congreso, pues no saben que es la paz y la tratan como si fuera un proyecto cualquiera. Reivindica el sueño de las Farc de dejar las armas para participar en política y que no cumplir genera unos riesgos a futuro, por lo que hay que parar esta locura (tema Santrich), lo cual califica como un show mediático de la Fiscalía.

La paz es un derecho superior, según Márquez, y parece que con esa aseveración todo se justifica y lo justifica. La paz se debe dejar quieta en actitud de respeto y reverencia, insinúa con cierta arrogancia. Como si ello fuera poco, se va lanza en ristre contra las decisiones del poder legislativo y judicial. Indica que lo pactado en La Habana no fue lo que finalmente se aprobó y cita ejemplos como el de la JEP. Para él, la JEP es para todos, incluso para los empresarios. No se entiende, si quiere participar en democracia, por qué no respeta la independencia de los poderes y el derecho inalienable al juez natural, conforme a que nadie puede ser juzgado por un tribunal que haya sido constituido con posterioridad a los hechos que se le imputan, salvo, por supuesto, que se acoja de manera voluntaria. Critica el hecho de que no existe la unidad de lucha contra el paramilitarismo, para desarticular las organizaciones al margen de la ley, como si no existiere una obligación constitucional y legal por parte de las autoridades de combatir la delincuencia. “La verdad os hará libres”, pontifica, y dice que la única manera de sanar es con la verdad, pero nada dice de sus delitos y las reincidencias.

Para él lo de “Santrich” es un vulgar montaje. Este señor realmente pretende que las Farc y sus miembros puedan hacer lo que se les venga en gana. Con desfachatez insiste en que el Acuerdo, el primero, negado en las urnas, obliga al Estado Colombiano al haber sido depositado en Suiza. Dice que las Farc solo quieren participar en política, pero con garantías. El asunto se resume en que quienes necesitamos garantías somos los colombianos, para que estos señores de las Farc, que estarán aquí y allá, en la ciudad y en el monte, según les convenga y vaya pasando, no sigan delinquiendo y respeten la ley.