'La tejedora de coronas' de Germán Espinosa

Columnas de Opinión
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Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Acotaciones de los Viernes

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es



Cuando Hernando Domínguez Camargo (1606-1659) escribió su 'Poema heroico de San Ignacio de Loyola' y 'Ramillete de varias flores poéticas' hace casi cuatro siglos, debió sentirse como un ser extraño entre los lectores que en Santa Fe de Bogotá no comprendían su literatura, tan cercana al estilo culto de Luis de Góngora. Es la misma sensación que debió experimentar Germán Espinosa al explayar su preciosismo literario en obras de indiscutible corte clásico.

Leer a Germán Espinosa es introducirse en un mundo literario casi abandonado por los escritores contemporáneos. Sin embargo, no hay rebuscamiento en la forma ni pedantería en el manejo del idioma. Simplemente, el autor cartagenero --fallecido el 17 de octubre de 2007 en Bogotá-- vuelca en sus textos apenas parte de su inmenso acervo lingüístico, sin pretensiones ni pedantería.

'La tejedora de coronas' es la obra más importante de Espinosa. No obstante, cuando la publicó, en 1982, la crítica no le reconoció los méritos que indudablemente tiene. ¡Así son los críticos de arte! Poco después aceptaron el valor de esta novela, cuando figuró entre las finalistas del Premio Rómulo Gallegos. Ese mismo conjunto informe de eruditos quedó al descubierto cuando la Unesco la eligió como "obra representativa de las letras humanas".

Germán Espinosa pudo haber pertenecido a la generación inmediatamente siguiente al 'boom literario' y con tal carácter continuar con la temática que inició un cataclismo en las letras de Hispanoamérica. Pero no hubo en él la intención de utilizar en su favor la explotación de la veta llamada realismo mágico. Por esa razón no quedó cobijado bajo la sombra de los autores que mostraron ante el mundo una imagen específica de esta América hispana.

Y es difícil convivir con autores que cultivan un género exitoso en el mundo sin sentir la tentadora inclinación a incursionar en lo que está de moda. Germán Espinosa prefirió indagar en busca de otro capítulo de la literatura, en "temas de esoterismo y reencarnaciones", como lo afirma el escritor Gustavo Tatis. La producción literaria de Espinosa se pasea por la novela, el cuento, el ensayo y la poesía. Tal vez donde menos brillo alcanzó su pluma fue en la poesía: se notan demasiado los rasgos de movimientos como el simbolismo francés y el modernismo hispanoamericano.

El escritor cartagenero, nacido en 1938, debió de sentirse solo, escribiendo al estilo de los grandes autores del siglo XVIII con la intención de recrear esa época de la humanidad. Su erudición seguramente lo hacía sentirse autosuficiente en ambientes tan familiares para él. Además, su acervo lingüístico le permitía expresar con exuberante lenguaje sus ideas sobre los temas tratados, exponiéndose, eso sí, a la incomprensión de muchos lectores no familiarizados con tantos términos eruditos y polivalentes, mas no ampulosos ni rimbombantes. Su obra, por eso, aunque no admite comparación con las que los críticos se empeñan en señalar como reflejo de la idiosincrasia latinoamericana, perdurará en la historia literaria.

"Desde la publicación de 'La tejedora de coronas' --dice un reconocido escritor-- Espinosa es un clásico viviente de la literatura colombiana." Y debe aceptarse eso como cierto, pues además del concepto de la Unesco, que hemos mencionado en este artículo, la revista Semana sitúa esta novela en segundo lugar entre las mejores escritas en Colombia durante los últimos 25 años. ¡No es poco decir!

Son obras de Espinosa: 'El signo del pez', 'Los cortejos del diablo', 'La noche de la trapa' y 'Noticias de un convento frente al mar', entre otras.