Somos impotente ante el desarrollo automotor

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Escrito por:

Jesús Iguarán Iguarán

Jesús Iguarán Iguarán

Columna: Opinión

e-mail: jaiisijuana@hotmail.com


El decreto de abstener a los ciudadanos colombianos de hacer uso de sus vehículos, nació en el gobierno de Antanas Mocus cuando éste era alcalde en la ciudad Bogotá. Esta norma se implantó de manera “provisional” con el fin de descongestionar el flujo vehicular en nuestra capital, sin embargo ya superó la década y lo “provisional” se ha convertido en eterno y el embotellamiento ha sido imposible de vencer y no solo se ha estancado en la capital, sino que ha pasado a ser inconveniente nacional.

Ésta eternidad nos hace pensar que los colombianos nos encontramos impotente ante el progreso automotor, cada día el ingreso automotriz se hace más evidente, sin embargo, no hemos podido implantar una medida en donde el ciudadano colombiano residente en la mayoría de nuestras capitales departamentales puedan hacer uso de su vehículo las 168 horas de la semana.
En Colombia por año ingresa aproximadamente cerca de los 500.000 vehículos lo que nos hace entender que superar el problema del pico y placa se nos hace más eterno, más mayúsculo y más lejos de llegar a una pronta solución.

No es lógico, ni sensato que por semana tenemos que abstenernos un día sin el uso de nuestros vehículos, lo que se nos convierte en 52 días por año, es decir dos meses sin el uso de tu vehículo por cada año, sin embargo debemos cancelar por impuestos los doce meses que contiene el año, es decir pagamos el año y sólo podemos disfrutar diez meses.

De pronto sin proponérselo esta medida se ha tornado en ser lesiva para el bienestar económico del bolsillo de los colombianos. Los pequeños industriales que poseen sus vehículos como herramienta de trabajo, como es el caso de las panaderías que para cumplir con la rutina diaria y cubrir los pedidos a domicilio, deben abstener para evitar ser multados, mucho patrones han adoptado la media de no cancelar el día no trabajado, lógicamente por no lo ha realizado, de igual manera el ciudadano del común, quien tiene la obligación de cancelar a las entidades bancaría por el préstamo que ha realizado para obtener su vehículo con el fin de mejorar su sustento, es otro afectado por esta medida, y de igual manera los taxistas quienes para achicar su notable presencia en el tráfico, les han implantado un cupo en dinero tan voluminoso que obliga al taxista a multiplicar- sus esfuerzos y cumplir con tal medida, la mesura impuesta es totalmente ajena a sus créditos, sin embargo, el monto del dinero de los cupos, al final van a parar a las arcas del Estado. La misma norma se le ha establecido a los tracto camiones que para obtener uno, debe cancelárseles al Estado la módica suma de 120.000.000 de pesos por el solo cupo.

Esta disposición sin lógica y sin medir sus consecuencias ha lastimado el bienestar económico de los pocos colombianos que buscan en sus vehículos una óptima calidad de vida. Es de muy fácil comprensión que si se cobra la totalidad de año en impuestos y el usuario solo disfruta diez, pues el sacrificio debe ser recompensado por la construcción de puentes vehiculares, ampliación de avenidas, regocijarse con puentes de varias ramificaciones (lo que llaman pulpo) para que se pueda superar el problema del tránsito vehicular en un tiempo no tal lejano, además todos esos gasto salen de los bolsillo de los usuarios, sin embargo, quienes administran el dinero, ni siquiera se preocupar por realizar una breve ejecución.


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