¿Cuál es la vocación económica de la ciudad?

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Alberto Carvajalino Slaghekke

Alberto Carvajalino Slaghekke

Columna: El Arpa y la Sombra

e-mail: alberto.carvajalino@gmail.com



Después de 20 años de ostentar Santa Marta la condición de Distrito Turístico debemos preguntarnos por qué la ciudad no posee un real posicionamiento en el mercado del turismo.

Abordar las respuestas posibles coloca en balanza lo efectuado hasta el momento.

Paralelamente, en estas dos décadas, las ciudades de la costa han experimentado un auge realmente transformador de su sector hotelero y las inversiones efectuadas y las ya anunciadas en las ciudades que compiten en el mercado del turismo con Santa Marta indican que la ciudad se encuentra en otro nivel de valoración por parte de los inversionistas internacionales.

¿Cuál es la razón para que las cadenas hoteleras más comunes en la órbita americana y en especial del Caribe, no se encuentren ubicadas en Santa Marta? ¿Por qué cadenas como Sonesta, Marriott, Hilton, Radisson, Sheraton, Iberostar, Intercontinental, HolidayInn, Westin, Royal, FourSeassons, por solo citar algunas, no tienen apuestas en la ciudad? ¿Acaso la condición de Distrito Turístico no ofrece unas garantías importantes para los inversionistas, además de las contempladas en las leyes 300 y 1101de 1996 y 2006 respectivamente para establecerse en la ciudad?

La ausencia de estas cadenas hoteleras indica que "algo" impide la consolidación de la ciudad como un real destino turístico y que los argumentos disuasivos en materia de tratamientos tributarios preferenciales no son suficientes para nuestra ciudad.La respuesta o las respuestas posibles a este hecho deben indicar las razones de este intento fallido.

En mi parecer, las razones que provocan la ausencia de estas inversiones están en función a diversos aspectos que solo la discusión social jerarquizará, provocando entonces, un mejor diseño del perfil de ciudad que realmente obedezca al futuro que se merece esta sociedad. Máxime cuando en esta ciudad la discusión realmente democrática sobre su futuro nunca se ha dado de manera honesta y los pseudo intentos efectuados han obedecido a velados intereses de usufructo político personal de quienes las han impulsado.

Retomando el tema inicial, el aspecto a analizar es la manera y modo como se promociona la ciudad. Creer que la magia de tenerlo todo es un mensaje contundente, resulta ingenuo. Por el contrario resulta un mensaje a todas luces contraproducente. Nuestro paisaje urbano de caos, desaseo, inseguridad y falta de educación cívica nos retrata como una ciudad no apta para muchos segmentos importantes del mercado turístico.

La contaminación de muchas de nuestras playas, el estado paisajístico de los cerros circundantes de la ciudad, ríos degradados, etc., son una denuncia evidente al fracaso histórico en materia de Planes de Ordenamiento Territorial, cuya máxima contradicción en materia de ordenación y planeación es admitir sobre un mismo suelo la disputa por el mismo de dos actividades económicas antagónicas: turismo versus el desarrollo de la infraestructura logística para la exportación del carbón.

Reflejando que la no consolidación del turismo como fuente importante de recursos y futuro, obedece en gran medida a la ignorancia supina de los gobiernos locales recientes en dicha materia. Ellos develan en sus actuaciones que no han entendido como funciona el mercado del turismo, no han entendido cuál es su lógica y por ello aquí sucede de todo, pero a su vez, no sucede nada. No basta la categorización administrativa o un eslogan brillante desde el punto de vista de su creatividad publicitaria para generar los efectos deseables del turismo.

Olvidan que el turismo como actividad económica reglada y controlada ha sido capaz de transformar las estructuras económicas de muchos países. O peor aún, creen que el mercado se regirá sabiamente así mismo, ignorando que de esa manera delegan de manera velada su responsabilidad de elegir entre un turismo de masas o una masa de turistas y con ello la decisión entre la sostenibilidad o el colapso ambiental y social.

Definir qué es lo que requiere el territorio en materia de afluencia de turistas implica diferenciar cualitativa, económica y ambientalmente de manera ética el futuro del territorio. Los gobernantes deben entender que el diseño del "Producto Santa Marta", obedece a un proceso que entraña el futuro, por tanto, es de su directa responsabilidad. Abdicar esa responsabilidad en el mercado o en los hacedores privados del mercado, es un acto irresponsable. Qué clase de turistas queremos? Ello determinará la calidad de la relación esfuerzo-beneficio económico.

Es a partir de ese momento en que la ciudad ingresa en el escenario de lo predictible, de lo confiable y solo así los inversionistas la verán con otros ojos. Debemos preguntarnos una vez más si, realmente la ciudad desea ligar su futuro a la explotación de un mineral, que algún día se agotará y solo dejará detrás de si su estela negra de contaminación y degradación ambiental, tal como hoy, de manera inocultable se aprecia en todo el corredor turístico de la ciudad, afectando de manera contundente la materia prima de la actividad del turismo: el paisaje. O se opta por una vía alternativa de sensatez y sentido común con el futuro.

El paisaje que identifica a la sociedad y que permite llamarse y reconocerse como paisanos está desapareciendo y tal vez ello explique porque es difícil la identificación en él y de esa manera la ciudad ha ido perdiendo su esencia samaria.