De istmos y otras fanaticadas

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Ricardo Villa Sánchez

Ricardo Villa Sánchez

Columna: Punto de Vista

e-mail: rvisan@gmail.com



Dicen que hay gente que no tendría razón de ser si no se conversara del clima, del fútbol, de la religión y de las deudas... ¿Cómo sería si no se hablara en la coyuntura política actual de castrochavismo, uribismo, delacallismo, petrismo, fajardismo, vargasllerismo, y demás istmos?

 El sectar-istmo es el meta archipiélago, la isla que se repite, parodiando a Benítez Rojo. En los diversos grupos políticos, se crea una especie de culto a la personalidad del líder carismático que a veces raya en el fetich-istmo, el mesian-istmo o en el fanat-istmo, que, más bien, se debería catalogar como un trastorno psiquiátrico transitorio, a veces sin secuelas, que pasarían la mayoría de los que son cooptados o empiezan su militancia política en movimientos o partidos que parecen más iglesias con profetas y pastores, tribus con caciques, reyezuelos con sus cortes o mafias con sus capos, que espacios públicos de debate, de construcción colectiva, de decisión, de enlace y en los que se pacten soluciones realizables.

 En la isla del sectar-istmo algunos se sienten poseedores de la verdad y muchas veces sin analizar, dialogar o argumentar, se vuelven como el perico que dice lo que sabe pero no sabe lo que dice y ahí se sienten cómodos. Arman su libreto, forman un mito, dibujan un esquema, declaran un dogma o recrean un prejuicio, mientras anuncian que la mejor defensa es el ataque o les brillan los ojos de triunfal-istmo. Las mentes dóciles se van con la ola que los identifique y el líder que los persuada en su caudill-istmo, sin muchas veces tomarse un respiro. Sólo se dejan llevar como zombis. Mientras desmeritan que lo que nos une se concerta, se delibera, se concreta, entre todos. Por ejemplo, el bienestar social y las garantías para vivir mejor.

 Uno ve a mucha gente que se distancia, asume posiciones basadas en intereses particulares, o discute sin razón en esta época electoral. Empiezan a etiquetar a los individuos como la gente de tal o pascual dirigente, con nombre propio, algo así como los de Gaitán, de Galán, etc. Como en las antiguas cédulas de ciudadanía de las señoras casadas que les tocaba cambiarse el nombre. En vez de mirarse a los ojos y pensar en el futuro: en lo que más nos conviene, nos une, y en lo que seremos capaces de decidir. Óiganlo bien: cada ciudadano es libre de pensar, incidir y decidir, tiene dignidad y derechos, por esto no es de nada ni de nadie, sino apoya a, coincide con o vota por. Esta es su voluntad de respaldar a otro ciudadano, es su poder de decisión y es su derecho político a elegir y a ser elegido.

 El sectar-istmo tacha de infame a quien tenga una posición contraria a la de su gueto o credo. Remember, las distancias se acortan cuando hay propósitos comunes; no en llorar por un sólo ojo. En una democracia los ciudadanos pueden decidir asumir una actitud política de afinidad, afecto, convencimiento hacia una opción u otra, no por ello se vuelven enemigos en la carrera proselitista. En tiempos de paz para poder avanzar, hay que superar imaginarios o lenguajes bélicos como los de espía, infiltrado, caballo de Troya, comando, en fin, hasta el de enemigo.

 El izquierd-istmo, el derech-istmo, a veces a ultranza, son como los polos opuestos que al final de cuentas pareciera que se juntaran. En medio de las diferencias hay que encontrar lo que nos une y avanzar sin ambigüedad, sin dogmat-istmo, y sin sectar-istmo. El líder debe generar el escenario político para la organización, la formación, la ideología, la agitación y hasta el relevo generacional. La democracia es un sistema de alternancia en el poder. Entre otras cosas, en virtud de que respetar la diferencia, ser pluralista, solidario, incluyente, justo, democrático, transparente, comprometido con los más débiles, no debe quedarse sólo en el discurso político. Esto también podría trascender a la vida cotidiana. Es necesario, predicar y practicar con el ejemplo, tanto los líderes como los adeptos del movimiento que representen.