Cuidado con el Socialismo - Comunismo del Siglo XXI

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El Pájaro de Perogrullo

El Pájaro de Perogrullo

Columna: Opinión

e-mail: jplievano@outlook.com



El socialismo, pariente cercano del comunismo, en conjunto con aquel, son unos de los sistemas político-económicos más perversos.

Son parientes cercanos, y en casi nada se diferencian el uno del otro. El asistencialismo y la economía dirigida los amalgama. Pretender que el Estado supla todas o la mayoría de las necesidades de los ciudadanos, a través de la propiedad pública de los medios de producción y un control furioso y centralizado de la economía, es una quimera, una utopía, que simplemente no es factible por la propia naturaleza humana. El ser humano es por naturaleza libre. Piensa por sí mismo, goza por sí mismo y se distingue o quiere distinguirse de los demás. Hace unos años, cuando estudiaba un MBA en “The American University” en Washington D.C., tuve compañeras de clase de la antigua cortina de hierro.

Me impresionaba mucho en ellas su afán de consumismo. Siempre estaban a la última moda y querían comprarse lo mejor y más caro. En una oportunidad, tomé la decisión de preguntarle a una de ellas el porqué de ese comportamiento. Ella me indicó que, en su niñez y adolescencia en Hungría, todo era gris. Los apartamentos proveídos por el Estado, al igual que los vestidos y los zapatos, eran siempre los mismos. Todos vivían en cajas y uniformados. Todo era gris y negro; no había colores y no había forma de diferenciarse. Su papá, según me explicó, trabajaba en una fábrica de zapatos donde la producción estaba limitada a unos pocos modelos.

El Estado también indicaba el número de zapatos a producir. Esto significaba que no había innovación, ni en la producción, ni en el diseño, ni en la calidad. Todo esto significaba que la vida en familia y en la empresa era oscura. Se opacaba el espíritu humano de superación y de querer vivir mejor. Igualmente, me indicaba que no tuvo grandes necesidades insatisfechas, pero siempre la aburría lo mismo. Era una vida monótona, sosa, opaca y de grises, en otras palabras, sin brillo, sin la oportunidad de superarse. Por ello, decía, que ahora le gustaba consumir y comprar todo aquello que no podía consumir y comprar en su niñez y adolescencia. Igualmente, decía que no había oportunidad de expresarse, de criticar, de poder decir las cosas y ser ella misma.

Otra de las amigas del grupo, se destacaba por tener lo mejor. El mejor apartamento, el mejor carro y los mejores viajes. Un día, con un amigo hondureño, emprendimos un viaje a Nueva York. Nuestra amiga, de Bulgaria, nos invitó al apartamento de su prometido. El prometido terminó siendo un afamado banquero de inversión. Su apartamento era grande, lujoso y dotado con muchas piezas importantes de arte. Nuestra amiga, después descubrimos, resultó ser la hija de uno de los dirigentes del partido socialista. El prometido era además el banquero de inversión de este “ex-socialista” quien, usando su poder, pudo hacer negocios y ahorrar. Estas historias llevan a la indiscutible conclusión de que el sistema comunista o socialista corta el espíritu humano, haciendo la vida gris y monótona, y que son unas elites las que al final del día se benefician. Por esto, lo que realmente acabó con el comunismo fue coartar el espíritu humano.

Un espíritu humano cercenado, que no innova, que no crea, y unas sociedades sometidas, como la soviética y la de sus satélites, no podían ganar la carrera de la productividad y la felicidad. Por eso cayó el muro. Ahora los de izquierda pretenden recrear en Colombia el sistema socialista-comunista. Dirán todo lo que los electores quieren oír. Con sus cantos de sirena convencerán a los incautos, idealistas de buen corazón o a quienes creen que respetarán la propiedad privada y el sistema capitalista de oferta y demanda y que su gobierno terminará la corrupción y conseguirá la igualdad social. Eso sí, una vez en el poder, será difícil que lo devuelvan y nada de lo que han prometido lo cumplirán, pero esa aventura  nos llevarán a la ruina como a Venezuela.