Protestas contra las Farc

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Rafael Nieto Loaiza

Rafael Nieto Loaiza

Columna: Opinión

e-mail: rafaelnietoloaiza@yahoo.com

Twitter: @RafaNietoLoaiza


Mientras que el Eln iniciaba un paro armado hasta el 13 de este mes y las Farc anunciaban la suspensión de los actos públicos de su campaña política, la cadena de televisión CNN preguntaba si el rechazo a las Farc significaría que el proceso con los elenos estaba condenado a fracasar.

La hipótesis implícita de CNN es que el repudio a que las Farc hagan política traería como consecuencia que la guerrilla en armas no tendría estímulos para cesar su acción violenta.

Empecemos por explicar el repudio a las Farc. En el pasado el pueblo colombiano ha probado que está dispuesto a recibir en su seno a los guerrilleros que dejan sus armas. Así ocurrió con los procesos de paz con el M-19, la Corriente de Renovación Socialista o el Epl, para nombrar las guerrillas más grandes desmovilizadas. ¿Desde entonces a hoy cambió algo en el nivel de tolerancia entre los colombianos para que ahora haya semejante rechazo a una guerrilla que se dice desmovilizada o el repudio tiene razones diferentes? Me atrevo a sostener que hay otros motivos. Uno, que en un sector de la población subsiste la duda de si en verdad todas las Farc se desmovilizaron o si las “disidencias” en realidad hacen parte de un plan en que una parte de la organización aprovecha las ventajas y beneficios que les concedió Santos y la otra se mantiene en armas y sigue delinquiendo y recibiendo ingresos de sus actividades criminales. Dos, la conciencia de que el pacto que les permite hace política es espurio, ilegítimo, porque se ejecutó contra la voluntad mayoritaria expresada en las urnas en el plebiscito. Tres, que las Farc hacen política con absoluta impunidad de sus crímenes más atroces y la impunidad ofende a sus víctimas. Cuatro, que no solo nunca han pedido perdón por todos sus crímenes ni mostrado arrepentimiento sino que se ufanan de su accionar violento. Quinto, la arrogancia de mantener las siglas de su organización criminal como marca política y la de poner a sus comandantes, culpables de tantos y tantos delitos atroces, como sus candidatos, cuando hubieran podido o escoger unos que no tuvieran semejante prontuario o permitir que lo hicieran los comandantes solo después de haber pasado por la justicia transicional. Sexto, la conciencia de parte de la ciudadanía de que las Farc tienen beneficios y privilegios para hacer política que no tenemos quienes nunca hemos delinquido. Por último, la percepción de que la implementación del pacto está llena de vacíos y las Farc no están cumpliendo sus obligaciones. Al final, muchos ciudadanos se sienten ofendidos y manifiestan su rechazo a la acción política de las Farc.

La reacción frente al rechazo ciudadano ha sido doble. Las Farc se quejan, piden judicializar a los protestantes y algunos sugieren volver a la violencia. El gobierno alega que el pacto era precisamente para que las Farc hicieran política.  

Más allá de mi inequívoco rechazo a las vías de hecho, no deja de ser una ironía que quienes asesinaron, secuestraron y extorsionaron por décadas a alcaldes, gobernadores y políticos (cuando llegó Álvaro Uribe trescientos alcaldes habían sido desplazados de sus municipios y estaban obligados a despachar desde las capitales departamentales), hoy se quejen de los protestantes. Va mucho, en todo caso, de los cilindros, los explosivos y la bala a los pitos, los huevos y las piedras. ¿Por cierto, querrán las Farc y los mamertos la judicialización de tantos protestantes de izquierda que arremeten contra el mobiliario público, el comercio y las fuerzas policiales?  ¿O el derecho a la protesta es solo para ellos y no para los demás?

Pésimo, en todo caso, el mensaje de fondo que dan algunos fiscales cuando anuncia investigación de oficio contra los protestantes: tirar huevos da cárcel y en cambio echar bala y cilindros bomba da privilegios para llegar a la Presidencia. Por eso mismo, señores, y con razón, es que la gente se indigna y protesta.

Finalmente, ¿el rechazo ciudadano se traducirá en que los elenos no pacten? No creo. Santos más temprano que tarde les hará toda clase de concesiones. Pero tendrán que saber que por eso mismo la gente los recibirá con pitos y huevos y, quizás, también con piedras.