Pasos de animal grande

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Cecilia Lopez Montaño

Cecilia Lopez Montaño

Columnista Invitada

e-mail: cecilia@cecilialopez.com



Los colombianos hemos demostrado mucha tolerancia frente a muchos hechos como el narcotráfico, por ejemplo.
Pero ahora ha surgido una realidad que debería ser motivo de preocupación y que no nos podemos dar el lujo de ignorar: los medios de comunicación más importantes del país han pasado a manos de los grandes grupos económicos, y a menos que estos dueños de las grandes fortunas muestren su decisión de no interferir en los contenidos de prensa, radio y televisión, se empezaría a afectar de manera grave la libertad de expresión propia de una democracia. Pero esta situación empieza a mostrar “pasos de animal grande”, cuando los propietarios de medios no solo son ricos sino políticos. La experiencia reciente demuestra que la ambición por concentrar un mayor poder, lleva a que se genere una peligrosa injerencia de estos barones electorales en los contenidos de los medios que poseen, controlan o poseen y controlan a la vez.

Como lo denunció Catalina Ruiz Navarro, la semana pasada en El Espectador, El Heraldo de Barranquilla no solo no le publicó una columna en donde hacía denuncias de interferencias en la política por parte de un medio radial de la Familia Char en la consulta del Liberalismo, sino que le cerró la puerta como columnista de ese diario. Este hecho es una clara señal de alarma que deja un precedente supremamente grave.

El problema no solamente se limita a algo ya muy serio como es el hecho de que medios de comunicación no publiquen columnas por razones políticas y cancelen columnistas por las opiniones que expresan. Pero tan o más grave es que se genere un proceso de auto censura entre quienes tienen la vocación de expresar opiniones públicamente y de esta manera generar debates a nivel nacional, regional y local. Si actitudes como la descrita se generalizan los columnistas nos veremos ante un serio dilema: decimos lo que realmente creemos y corremos el riesgo de que nos saquen de circulación o nos guardamos muchas opiniones para mantener una puerta medio abierta con nuestros lectores en el país.

Este tipo de dilemas no son propios de una democracia sino de una dictadura, realmente lo que Colombia nunca realmente ha querido ser. Y menos ahora, cuando ese tipo de gobiernos tienen toda la censura posible. No disfracemos nuestra democracia quitándole oxígeno a nuestras opiniones. Seguramente en muchos casos podemos estar equivocados pero el debate en sí es absolutamente imprescindible.

Precisamente porque apenas parece empezar esta ruta perversa en la cual la censura por razones politiqueras y la auto censura, pueden empezar a funcionar, y así se empieza a frenar la libertad de expresión, es hora de declarar que se vislumbran “pasos de animal grande” que no pueden avanzar. Parece una triste historia, que Colombia no se parezca a Venezuela en ese absurdo manejo del poder por parte de su Presidente Maduro, pero si pueda serlo en términos de formas de frenar la opinión.

Con seguridad, muchos no le han dado trascendencia a la columna de Catalina Ruiz Navarro, en el Espectador contando lo que le pasó en El Heraldo de Barranquilla. Pero es hora de que frenemos esos hechos por el bien del periodismo y de los periodistas; de la democracia y sobre todo del nivel del debate que ha caracterizado a nuestro país. Que estos “pasos de animal grande” no pasen desapercibidos en esta Colombia tan permisiva en la que vivimos.

Es mejor denunciar a tiempo que esperar a que este fenómeno se nos vuelva parte del panorama nacional, como nos ha sucedido entre otras cosas con el narcotráfico y con la corrupción.


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