No me remangué y nada cambió

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Annabell Manjarres Freyle

Annabell Manjarres Freyle

Columna: Bordes Añadidos

e-mail: annabellmanjarres8@gmail.com



Los actos simbólicos como los rituales alrededor del fuego, como la pareja de muñequitos atados y enterrados bajo un árbol, como marchar, remangarse el pantalón o "semi-apagar" las luces del planeta por unos instantes, no dejan de ser sólo actos simbólicos. Es el momento de actuar a conciencia, ese sería el pensamiento global.

Se ha demostrado que los actos simbólicos tienen un efecto en el subconsciente. Sí. ¿Pero eso basta? Tampoco basta con quejarme sobre estas campañas bien intencionadas pero que no dejan de ser inútiles, porque con todas las marchas en la historia de Colombia; la guerra y todos sus macabros derivados, no han cesado ni un poco y ya sabemos que muchas de las muertes en guerra son falsas positivas y que el camino de la violencia es, al igual que estas campañas, una decisión inútil y en otros casos, nefasta.

Saliéndonos de Colombia y analizando al mundo, ¿qué impacto positivo y transcendental aporta para el planeta apagar las luces sólo una vez al año? Para empezar, se obtendrían mejores resultados si se apagaran las luces todos los días una hora, por ejemplo. Pero no, la industria y el consumo no lo permitirían.

¿Qué más da? ¿Quejarse, para qué? No estamos los artistas y escritores obligados a despertar conciencias, digamos que son gajes del oficio, más parece esto ser la naturaleza ética del oficio. Así como Batman trasnocha todos los días rescatando a Ciudad Gótica de problemas que ésta no le ha pedido solucionar, mientras se gana buenos archienemigos como el Joker, un tipo tan cuerdo, racional y frío, capaz de burlarse del altruismo del hombre murciélago. Así están muchos periodistas en este país, dándole, trabajando, confiando e idealizando a la sociedad que en masa, tal como lo diría Freud, es tonta. Y allí, en esa masa de huesos, ropa, perfumes, carne, pelos, ojos, carteras y bolsos, estoy yo, junto con todos los periodistas del mundo.

Vemos entonces que, la democracia no funciona y que además, hoy es vista por algunos intelectuales como un marxismo arrepentido. No funciona porque nuestra naturaleza es contemplativa, hacemos lo que tenemos que hacer para sobrevivir y de esa manera tener tiempo de contemplar la vida y disfrutarla. Así que, dejamos en "buenas manos" nuestro futuro y nuestra seguridad en otros. Confiamos, queramos o no, en el sistema piramidal de la sociedad. Entonces para qué quejarnos.

Las campañas de sensibilización y participación de los medios de comunicación, se contradicen al mismo tiempo con: "envíanos fotos de famosos mal parqueados desde tu celular Blacberry". Es triste, pero soy humanista y comprendo que cada individuo, dependiendo de sus conocimientos y su personalidad sabrá digerir la información como mejor le parezca.

La reflexión de hoy se la debo al filosofo francés Jacques Rancière, que me ha dado una respuesta sobre mis dudas sobre las luchas por los ideales con su teoría del Espectador Emancipado. Estoy de acuerdo con la siguiente reflexión: "Es más bien a los intelectuales y a los artistas a los que habría que emancipar en primer lugar, liberándolos de la creencia en la desigualdad en nombre de la cual se atribuyen la misión de instruir y hacer activos a los espectadores ignorantes y pasivos."

Además sostiene que no se trata de emancipar al espectador, sino de reconocer su capacidad de participación activa. La teoria de Ranciére, pone a pensar a todos los profesionales que trabajamos en los medios y que nos preocupamos demasiado por creer que el público está siendo una especie de borrego sentado en un teatro frente a un titiritero que mueve los hilos de la vida. Pone como ejemplo el siglo XIX, cuando no había ni radio, ni televisión, ni Internet. El discurso sobre la ignorancia de las masas era el mismo.

"Lo que este discurso expresa en primer lugar es un juicio sobre la ignorancia y la estupidez de las masas. Y ese juicio traduce en realidad el temor a que las masas no se vuelvan demasiado sabias o demasiado inteligentes". Aclara Jacques Ranciére.

Volviendo al tema, despertar o no despertar conciencias puede ser una tarea que los intelectuales se tomen a pecho. No creo que los colombianos seamos unos insensibles ante el sufrimiento de las víctimas de la violencia, es que somos una masa de colombianos que muy poco hemos podido hacer frente a los gobernantes del país, por tal razón opino que estas campañas de "sensibilización" sólo engendran un sentimiento colectivo de impotencia. Hay que actuar, y eso corresponde a cada quien sin esperar mucho del Estado.

Remangarse o no, es bajo mi criterio, una decisión que no deja de ser bonita pero que no propone un cambio. No nos hace parte de los verdaderos cambios definitivos de nada.