La complicidad desde el silencio

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Juan Galán Pachón

Juan Galán Pachón

Columna: Opinión

e-mail: prensa@juanmanuelgalan.com



Los casos de acoso sexual denunciados en la industria audiovisual y cinematográfica de los Estados Unidos, provocan que nos preguntemos cuál es nuestra visión sobre estas conductas y si en algún momento las hemos involuntariamente apoyado. Después de las investigaciones sobre la conducta de Harvey Weinstein, vinieron varias denuncias contra otros hombres conocidos como Charlie Rose, Kevin Spacey, Louis C.K., Jeffrey Tambo y Al Franken, entre otros.


Me pregunto, cómo vamos con este tema en Colombia? Nuestro país, tiene una extensa regulación sobre acoso sexual. Desde 2008 con la Ley 1257 se tipifico esta conducta como un acto sexual abusivo, y se obligó al Gobierno Nacional a llevar a cabo planes de prevención, detección y atención de situaciones de acoso y agresión sexual. A la fecha, no se han ejecutado ninguno de estos compromisos. Los más recientes trabajos periodísticos indican que en 8 años de vigencia de la ley que lo tipificó como delito, la Fiscalía ha recibido solo 1.743 denuncias, la mayoría de ellas en Medellín y Bogotá, pero que aún existe un alto subregistro en esta materia.

Más grave aún, solo uno de cada 10 procesos por acoso sexual llega a condena. Entre los jóvenes, la situación es problemática: según la revista VICE, especializada en cultura juvenil, la situación de acoso sexual en las universidades a nivel nacional es dramática pues hoy es prácticamente imposible llegar a un número exacto de casos de acoso o abuso sexual, o encontrar protocolos de atención o herramientas de medición y sanción de estos casos.
Adicionalmente, la Dirección de Bienestar Universitario de la Universidad Nacional en 2016, encuestó a 1.602 mujeres estudiantes de su sede en Bogotá y concluyó que 54 por ciento fue víctima de algún tipo de violencia sexual en la institución o en actividades relacionadas con esta y sin embargo, sólo un poco más de 50 estudiantes presentaron algún tipo de denuncia.

Este caso muestra cómo las instituciones por omisión o indiferencia pueden ser voluntariamente ciegas ante un hecho de violencia y frustrar los intentos de denuncia de una víctima. El acoso sexual es una forma de violencia contra la mujer, y aunque la regulación existe, el problema aún no está resuelto. Por eso, debemos dejar de mirar a otro lado y penalizar este tipo de conductas, no solo a través de la ley sino principalmente a través de la censura, el rechazo social y la solidaridad con las víctimas.