¡Dejemos de cohonestar la corrupción!

Columnas de Opinión
Tamaño Letra
  • Smaller Small Medium Big Bigger

Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



Finalmente sucedió lo que tenía que suceder. El alcalde Martínez fue suspendido por participación indebida en política. Se estaba demorando la Procuraduría en tomar cartas en el asunto, porque era un hecho notorio que el alcalde Martínez estaba abiertamente, y sin pudor alguno, participando en política y utilizando los recursos públicos y su función para favorecer al precandidato Caicedo.

Es incomprensible que personas intenten politizar la sanción y atribuirla a persecución política, cuando es un asunto estrictamente legal. Las violaciones de las normas son claras y el acervo probatorio que lo demuestra está por todos lados: en registros de prensa, electrónicos y declaraciones de Martínez. Son tan abundantes e incontrovertibles las pruebas, que no cabe duda sobre la falta. Solo queda por decidir la gravedad de la violación y la sanción a imponer, que conforme a la normatividad existente debería ser destitución e inhabilidad para ejercer cargos públicos por un buen rato.

Las supuestas ejecutorias del burgomaestre no pueden ser excusa para que sus simpatizantes cohonesten actos de corrupción, porque esto es de lo que estamos hablando. Los ciudadanos, sin importar el tinte político, no solo debemos exigir la idoneidad administrativa sino también ética de los gobernantes. Los funcionarios públicos solo pueden hacer aquello que les está expresamente autorizado en la ley, de tal forma que ningún funcionario público, elegido popularmente o no, puede hacer lo que se le venga en gana.

Hay actitudes que no dejan de sorprender por su incoherencia. En la tal vigilia de apoyo a Martínez, se escuchaba a líderes “religiosos” invocando al nombre de Dios y clamando la intervención divina para que Martínez y Caicedo se salgan con las suyas. Versión dos de la Virgen de los Sicarios. Estamos muy mal y hay demasiada confusión cuando la gente coloca la política por encima de los principios y los deberes ciudadanos. Los cambios que necesita la sociedad colombiana en general no son posibles sin un verdadero estado de derecho; es decir, que impere la ley, que no haya nadie por encima de la ley. Cuando los ciudadanos de todos los pelambres respeten la autoridad, cumplan la ley y participen activamente en la toma de decisiones, entonces estaremos frente a un cambio real y verdadero.

Es absurdo creer que haciendo el mal se logran buenas cosas. Cuando Caicedo y su grupo, incluido el suspendido alcalde, actuaron por fuera de la ley y usaron y abusaron de los recursos públicos, supuestamente porque eso es bueno para la ciudad y el país, cometieron actos de corrupción. Los samarios no podemos caer en la trampa de creer que hay que mirar para otro lado y apoyar a personas abiertamente corruptas porque colocaron dos ladrillos, y so pretexto de que Santa Marta está cambiando. Está cambiando pero de manos. Una ciudad que tiene dueños no puede progresar porque los dueños siempre gobiernan para sus propios intereses; aunque el dueño sea Caicedo o Rafa.

Hay preguntas obvias con respecto a la gestión de este y el pasado alcalde que no han sido respondidas satisfactoriamente. Si son tan buenos ejecutores como dicen serlo, ¿Cómo es que no han sido capaces de terminar la tal Megabiblioteca, la calle 22, el acueducto, el alcantarillado, los centros de salud, entre otras? He aquí la pertinencia de las investigaciones en curso para determinar si hubo desviación de recursos, sobrecostos y detrimento patrimonial. El grupo de Caicedo ha sido incapaz de arreglar las cosas que realmente importan. El circo ha sido bueno, pero no solo de circo vive el hombre. Y ojo, que con la concesión del alumbrado público se perfila un negociado. Elaborado el pliego de licitación, hecha la trampa. Por lo tanto, solicitamos con carácter de urgencia el acompañamiento de los entes de control, que incluya la revisión técnica de los pliegos elaborados.
Colofón: Supuestamente los juegos bolivarianos iban a posicionar a Santa Marta como destino turístico. ¿A quién quieren engañar? Juegos irrelevantes con casi nulo cubrimiento de medios nacionales y con ausencia total de los medios internacionales. Pocos atletas realmente competitivos y reconocidos internacionalmente. ¿O es que acaso vieron cámaras de televisión por toda la ciudad y extranjeros por doquier? Como posicionamiento ciudad fue todo un fiasco. Esto sucede cuando se tiene visión pitufesca.