La resurrección de Keynes

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Amilkar Acosta Medina

Amilkar Acosta Medina

Columna: Opinión

e-mail: amylkaracostamedina@gmail.com



Para el director del FMI, Dominique Strauss-Kahn, "bajo el viejo paradigma, la política fiscal fue el niño descuidado de la familia política. Su papel fue limitado a los estabilizadores automáticos-dejar que los déficits se movieran hacia arriba y abajo con el ciclo- y la política discrecional era vista con gran sospecha.

Pero la política fiscal tenía un momento de una Bella Durmiente durante la crisis- con la política monetaria sin vapor, y con el sistema financiero en rodillas, la herramienta olvidada llegó a impulsar la demanda agregada y salvar al mundo de una caída libre de la economía. Necesitamos repensar la política fiscal".

Señala el Director del FMI que "el cocktail letal de desempleo prolongado y alta desigualdad puede producir tensión en la cohesión social y la estabilidad política, que a su vez afectan la estabilidad macroeconómica". Es más, aunque con alguna tardanza considera él que "la desigualdad puede haber sido una de las causas silenciosas de la crisis", para concluir que "necesitamos una nueva forma de globalización más justa, una globalización con una cara más humana. Los beneficios del crecimiento deben ser compartidos por todos, no justamente capturados por unos pocos privilegiados. Mientras el mercado debe estar en el centro de la escena, la mano invisible no debe ser el puño invisible".

Todo ello es plausible, sólo que se está dando este viraje en la orientación del FMI después de haberle infligido un gran daño a la economía global, pero muy especialmente a la economía latinoamericana. El Nobel de Economía, Milton Friedman, llegó a afirmar que "si no hubiera existido el FMI no habría ocurrido la crisis del Este de Asia". Añadiríamos de nuestra propia cosecha, que tampoco se habría dado la más reciente y devastadora crisis económica global.

Y remata el Director del Fondo haciendo profesión de fe keynesiana, lo que hubiera sido impensable hasta hace muy poco, pues las tesis de Keynes fueron proscritas y anatemizadas por los dómines de la economía neoliberal por considerarlas anacrónicas y desacertadas.

Las palabras de Dominique son, además de elocuentes, concluyentes sobre la suerte deparada al fundamentalismo neoliberal y a los ayatolás que aún se aferran al mismo con terquedad aragonesa, ya sea de manera abierta o agazapada. Ya estamos advertidos de su acto de contrición, falta ver qué tan sincero es su propósito de enmienda.