Este dicho del común que es muy trajinado, que a cada momento se escucha de boca en boca “Zapatero a tu zapatos” quiere decir ni más ni menos que cada cual tiene la sabiduría para hacer las cosas, aspecto que es de mucha importancia para hacer hacerlas bien.
Un gerente de un ente territorial sólo puede hacer un solo ejercicio que es el de administrar bien la cosa pública de la mejor manera cumpliendo así el mandato de sus electores y que beneficie a todos los conciudadanos y no pensar en el futuro remoto de iniciar la construcción de un movimiento político que definitivamente le quita legitimidad a la propuesta inicial. Pero no. Para la desgracia de la bella Santa Marta, los últimos dos alcaldes que la han administrado, coetáneamente han desarrollado actuaciones para la formalización de movimientos políticos pensando en aspirar a otros cargos de elección popular una vez terminen sus periodos como tal. Cuando se forma esa dualidad- administración- movimiento político- se administra en favor de unos intereses individuales y no colectivos colocando el presupuesto en la dirección de intereses individuales.
Ese es el mundo de hoy por donde transita Santa Marta la bella entre quien la administra y a su vez, quien se devora el presupuesto por crear su movimiento político para futuras aspiraciones a cargos públicos de elección popular, descuidando unas de las tareas más importante, como es la de colocar a la ciudad al alcance de las más competitiva de la región, pero no fue así. La propuesta que hoy administra a la ciudad de Santa Marta cambió de rumbo; la anterior administración distrital y continuada con la actual, nace como una propuesta avasallante de cambio como quiera que en las tres últimos administraciones no se le había hecho obras capaces de desarrollar a la ciudad en el campo social y humano, pero poco a poco se fue diluyendo: en principio generó condiciones propicias de fortalecimiento del fisco y con ello tener la capacidad económica de desarrollar y ejecutar las obras que mínimamente la ciudad requería. Pero definitivamente cayó en la mezquindad, igual que los antecesores. Todos han fallado a la ciudad por el hecho de pretender administrar y a su vez generar las condiciones de un movimiento político. Implementarle a la ciudad la disyuntiva de administración-movimiento político, es como el agua y el aceite.