El cambio

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Edmundo Jiménez Valest

Edmundo Jiménez Valest

Columna: El Hurón

e-mail: edmundo_jimenez@yahoo.es



Con una cultura administrativa, por más de medio siglo, donde todo impuesto que se recaudaba era utilizado para todo, menos para regresárselo a la ciudad, cualquier obra que se geste en estos tiempos, hará parecer que se está dando un giro hacia el cambio, no solo desde el punto de vista de la cultura tributaria y la corrupción, sino desde el regreso de los impuestos recaudados para la ciudad. No es para menos. Es lo que está aconteciendo en estos momentos en la ciudad de Santa Marta; ciudad hábida de ser administrada con guantes blancos teniendo en cuenta el maltrato tributario las pocas obras de que venía presidida, donde el erario público era la fuente de enriquecimiento de unos pocos. Así es, nada de inversión social; todo consumido por una casta política que llevó al Distrito que lo subsumiera en la miseria, hasta el extremo de anclarla en la Ley 550 para que no fuera presa de los cuervos que la asechaban como banquete hasta sacarle el último peso que pagaban los ciudadanos por impuesto. Ello llevó a gran parte de la sociedad samaria a decir basta ya! Y toma otro rumbo la decisión a quien elegir. En un campo de batalla donde todos quienes combaten son ciegos, el que llega en su ayuda con un solo ojo bueno, se convierte en Rey.
Eso aconteció y seguirá por mucho tiempo; llegan con nuevas políticas y se toman de manera abrumadora la ciudad y el poder político de tal manera, que expulsó a la vieja clase política corrupta que pensaba que nunca sucedería nada. Pero estaban equivocados. Pronto todo cambio: los sorprendieron con la complicidad de sus propios partidos políticos tradicionales, que llegaron hasta el extremo de avalar a quienes tenían la capacidad de ser elegidos, así fuera de partido contrario pero, peor aún, a enemigos en la política. A partir de allí, solo viven y actúan como zombis por la ciudad. Murieron para la política de elegirse; están amordazados por la incredulidad de haber perdido el poder de manos de unos desconocidos para ellos, cosa que para la nueva generación, no. Pareciera que se los hubiera tragado la tierra. Simple, todos creían  que se les estaba dado para seguir desocupando las arcas del ente territorial, sin pensar que pronto cambiaria de dueño.

Llegaron otros y tomaron las riendas del Distrito. Inicialmente con propósitos loables. Sin embargo, en la primera administración recuperaron bienes públicos que estaban siendo usufructuados por particulares; liquidaron instituciones públicas que estaban en liquidación que eran venas abiertas por donde se escurrían los impuestos; la confianza tributaria de los contribuyentes aumento y se fortaleció el fisco de manera sustancial. Pero vino la repetición del vicio de otrora. En el mismo sentido comenzaron hacer obras que por mucho tiempo no se habían ejecutado: recuperaron el mercado público de manos de la concesión mercado público; construyeron y recuperaron parques, que antes eran físicos peladeros, y que hoy son atracciones y diversión tanto para niños como adultos; recuperaron vías importantes para acondicionar el Setp, obra, que desde todo punto de vista, importante para el desarrollo de la ciudad y eleva el nivel de vida de samarios. Estas obras son cofinanciadas por la nación (70%) y el Distrito el otro (30%). Se ha visto el avance de la ciudad. La legalización de barrios subnormales, otras de las obras de mucha importancia social; La pavimentación de calles y callejones ha mejorado la vida a quienes se han beneficiado. Todo ello es de mucha importancia para el bienestar de los habitantes y el desarrollo de una sociedad que lo estaba necesitando. Pero como en toda fiesta, por muy buena que esta sea, siempre habrá un lunar, comenzaron a tumbar todos los puestos de salud de los diferentes barrios sin capacidad económica para construirlos; igualmente, levantaron obras como la mega biblioteca, el colegio de Bastidas y de la Escuela Magdalena y una parte en  avenidas, todas  han quedado, ni siquiera en mitad de camino, sino que su construcción, unas no se han comenzado y otras su construcción murió. Las obras ejecutadas por las dos administraciones, no dan para decir que ha habido un cambio. Si se ha avanzado.