Venezuela al borde de la guerra civil

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El Pájaro de Perogrullo

El Pájaro de Perogrullo

Columna: Opinión

e-mail: jplievano@outlook.com



La situación institucional en Venezuela está llegando al límite. El caos político, económico y social no tiene parangón en la historia latinoamericana reciente. Un gobierno intransigente, que se aferra al poder, gobernando a espaldas de la realidad y de la mayoría del país, pretende continuar con las suyas a toda costa.
“Lo que no se pudo por los votos, lo haríamos con las armas”, indicó Maduro en días recientes. Se inventó además una constituyente que diseñó, específicamente, para tener las mayorías sin tenerlas. El propósito principal es diseñar un nuevo marco institucional que le permita al Chavismo seguir en el poder y ahondar el marxismo-leninismo y, de paso, eliminar de un tajo a la Asamblea Nacional, lo cual ya se había tratado de hacer por el Tribunal Supremo de Justicia. Así, con dicha asamblea constituyente, originaria y superior a todos los poderes públicos, se solucionarían todos los escollos democráticos que no dejan a Maduro gobernar. La constituyente, sin embargo, sería ilegítima pues en su conformación se atropella el concepto de sufragio universal, la esencia de la democracia, que se sustenta en las premisas de “todos pueden votar”, “una persona un voto” y la representatividad. Los asambleístas serán elegidos conforme a bases territoriales y sectoriales, con un empadronamiento en donde no están todos los venezolanos que podrían votar. Muchas personas votarán dos veces. Otras lo hará solamente una. Las regiones rurales, con escasa población de mayoría chavista, elegirán los mismos asambleístas que los centros urbanos con mayor población y de mayoría opositora. En síntesis, la asamblea constituyente y su conformación es un atropello antidemocrático que está diseñado milimétricamente para darle mayorías al Chavismo y, así, refundar la patria a su acomodo y eliminar a la Asamblea Nacional de mayoría opositora. La oposición, con sobrada razón, y no por ganas de joder, como diría un filósofo “pambeliano-fariano”, se niega a su realización. Por ello, en un acto simbólico de poder constituyente, y al haber caído en oídos sordos el reclamo de la oposición, esta convocó a un plebiscito no vinculante, en el cual 7 millones de venezolanos rechazaron la constituyente de Maduro. Además, sin quedarse quietos y ante los atropellos constantes, la Asamblea Nacional eligió 30 magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, al haberse calificado, por esa misma asamblea, ilegal la elección anterior por parte de la Asamblea Nacional en manos del régimen. Mientras todo esto pasa, ya van más de 100 muertos en las marchas y protestas. Y con descarada frialdad, el régimen dejó entrar a los colectivos chavistas a la Asamblea Nacional para golpear y amedrentar a los diputados opositores. La economía está en completa recesión. El 30% de la población está por debajo de la línea de pobreza y el salario mínimo es de US$29. La inflación se estima en 720% para 2017 y escasean los productos de primera necesidad. La corrupción es parte de la política de estado, como mecanismo para mantenerse en el poder.  La dependencia del petróleo es absoluta. El 95% de las divisas provienen de la exportación de petróleo. Todo esto ha llevado al total aniquilamiento de la industria y la agricultura venezolana. Con esta situación, la pregunta es ¿Cómo salir de la crisis o qué va a pasar en Venezuela? En el horizonte venezolano solamente se ven algunas posibilidades. La primera, una quimera, llegar a una concertación verdadera entre el gobierno y la oposición, donde se regularice la vida institucional. La segunda, un golpe de estado como mecanismo de transición por parte de los militares, lo cual también es poco probable. La tercera, que el régimen, al querer seguir en el poder, ahonde su autoritarismo y las políticas marxistas-leninistas. Esto haría a Venezuela la Cuba del Siglo XXI y estallaría una guerra civil. Me temo que esa puede ser la suerte de Venezuela.


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