Juventud, presente y futuro

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Saúl Herrera Henríquez

Saúl Herrera Henríquez

Columna: Opinión

e-mail: saulherrera.h@gmail.com



Los jóvenes deben ser, como viendo estamos en otras latitudes del orbe, factor decisivo en la participación democrática y los resultados electorales, para lo cual está en su ser, hacer y quehacer ciudadano y comunitario, prepararse, informarse más y mejor de todo cuanto sucede a su alrededor; de la administración, gestión y gerencia públicas que los contiene, de entenderse activamente con ahínco de las cuestiones inherentes a la democracia y enfocarse en lo que en realidad les debe ser consecuente con su razón de futuro que habrán de afrontar aún a pesar de ellos mismos.


El panorama tal como está, de no tener de ellos una intervención, colaboración, solidaridad y cooperación decidida y decisiva, seguirá siendo desolador por decir lo menos. Surge por doquier en la población todo un manifiesto tufillo de desencanto frente a la repetición de la repetidera respecto del uso y abuso de los recursos públicos para favorecer propias camarillas y a aquellos con quienes han concertado con antelación términos de referencia, lo mismo cuadrando y amañando de contera todo lo inherente a los procesos licitatorios y contractuales subsiguientes.

No pueden dejarse los jóvenes por ningún motivo ni circunstancia alguna, desalentarse en relación con la participación ciudadana, sentido de pertenencia y espíritu de cuerpo, como tampoco prestarse para ser mercancía en la aberrante práctica de la compra-venta de votos y muchas otras irregularidades que se registran en cada proceso electoral antes, en y después de ocurridas las justas electivas, anormalidades las cuales dejan en perfecta ridiculez las leyes electorales y a las autoridades e instituciones encargadas de su aplicación.

Sana recomendación ha de ser que desde ya se empiecen a organizar los estamentos jóvenes de la ciudad y el departamento, ser conscientes, empoderarse, estar disponibles para esa participación que les debe ser cara a sus propósitos ciudadanos y colectivos. Dejar de lado la apatía, aunque les pudiese asistir alguna razón para quedarse en la franja abstencionista, y entender que constituye el voto consciente un arma importante para empezar a cambiar en decente porcentaje las anomalías muchas que están sucediéndose de tiempo atrás en nuestros territorios, mirados los cuales como entes territoriales de segunda en los que la juventud se somete cual borregos, a que todo sea un dejar hacer, dejar pasar.

Derrotemos el abstencionismo, hagamos caso omiso de la opinión que se tenga de la política y los políticos. Tener claro que ello cambiará en la medida que la escogencia sea la más adecuada y la participación sea coherente, bien y mejor concebida respecto de lo que se quiere como juventud para Santa Marta y municipios todos del departamento. En la juventud y su demostrado interés estará empezar a cambiar el estado paquidérmico de cosas en el que estamos sumidos. Hoy es bastante difícil encontrar jóvenes que crean en la utilidad de su voto, que se identifique con los lineamientos de cualquier partido político o alguno de sus líderes, lo que de seguir siendo así, debe moverlos a construir sus propias plataformas, crear líderes propios, para que con entereza, probadas condiciones, sólidos argumentos y fuerza interpretativa de las realidades, necesidades y demandas sociales de la población empiecen a tomar las riendas de lo que serán sus territorios futuros.

Preocupada como decepcionada está la mayor parte de nuestra sociedad, ahíta entre otros desatinos de inseguridad, corrupción, impunidad y extorsión, precariedad salarial, cinismo exagerado de la mayoría de los políticos que tenemos y que día a día sufre en carne propia, lo que obliga reflexionar sobre qué queremos y cuál es la propuesta para lograrlo, importando en ello decidir con libertad, confianza y correcta escogencia sobre la base de propuestas serias, viables y factibles de implantar e implementar en beneficio comunitario. Estamos desde ya en un enorme reto para que podamos tener esa confianza y la satisfacción mayoritaria de que elegimos a dirigentes probos, competentes, honestos, honorables, capaces en un ambiente de respeto a la Constitución y la Ley.