Democracia: XXV siglos de construcción

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Escrito por:

Eimar Pérez Bolaños

Eimar Pérez Bolaños

Columna: Opinión

e-mail: eimar.perez@unad.edu.co


El concepto de democracia se puede analizar desde diferentes perspectivas, ya sea desde lo histórico, cultural, político, etc. teniendo en cuenta que el término emerge en un contexto determinado, pero influye en el desarrollo de las sociedades occidentales con unos fines específicos. 


En consecuencia, aunque haya una amplia literatura que aporta al tema de la democracia, Platón es uno de los referentes más preponderantes de la antigüedad en la medida en que simétricamente su pensamiento filosófico se constituye a partir del contexto político ateniense, cuna de la democracia hacia el siglo VI a. C. con lo anterior, podemos auscultar la concepción platónica de la democracia teniendo en cuenta su participación directa en la polis griega. No obstante, vale la pena aclarar que los datos históricos son polisémicos a partir de lo expresado en distintas obras literarias y filosóficas de la época, como es el caso de Pericles, Eurípides o Heródoto (Guariglia, 2011).

Es preciso antes de realizar un breve ejercicio genealógico de la democracia, acercarnos a una definición básica: “Democracia” es una palabra compuesta por dos voces griegas: demos, “pueblo” y kratos, “poder” (como vimos, poder tardío y “construido”). Etimológicamente hablando, la democracia es el poder del pueblo” (Grondona, 2000, p. 3). Sin embargo, existen otras definiciones, pues el termino es polisémico,  podríamos hacer referencia, por ejemplo desde la visión marxista: “Democracia es el nombre que recibe el régimen que se instaura como consecuencia de la lucha de clases, cuando una clase explotada, numéricamente mayoritaria, se constituye en agente político común y reclama el poder para sí” (Miras, 2006, p. 12).

Observamos que la democracia como propuesta política ha trascendido desde Atenas en simultaneidad en el desarrollo del Imperio Romano, pasando por el Medioevo, y se afianza en la modernidad con diferentes manifestaciones y revoluciones. No obstante, en el imperio romano hasta su decadencia hubo un intento por salvaguardar los intereses de clase, pese a que se hablara de oportunidades.

Posteriormente a este contexto, en la Época Medieval, encontramos pocos rastros del ejercicio democrático. Francisco Bertelloni, un historiador de la época nos muestra el siguiente panorama: “Ya en esta vida, el hombre comienza a preparar su salvación en el mundo futuro, y que por ese motivo, está simultáneamente dirigido, en esta vida, por dos guías diferentes: el príncipe temporal, que lo conduce a su fin último natural, y el sacerdote, que lo conduce a su fin último sobrenatural” (Bertelloni, 2010, p. 2).

Observamos que, en la Edad Media, el sistema político estaba mediado por la religión y en ese orden se desplegaban los poderes y organización de la sociedad. En ese sentido, la participación de las mayorías no era posible por las circunstancias descritas. Aunque en el Renacimiento se dan otras características frente a la forma en cómo se eligen a los gobernantes, el poder se reparte de forma hereditaria en este caso los principados. Sin embargo, aparece la imagen del aventurero, conquistador que en medio de su individualidad y osadía frente a la vida y el destino, logra en algunos casos “la posibilidad que se empieza a abrir es la del individuo que, sin un sitio fijo, ha de labrarse un destino mediante su propia virtud. El valor que tenga en la sociedad ya no dependerá del papel que le haya sido asignado, sino de la función que ejerza gracias a su esfuerzo” (Villoro, 2013). 

En la época moderna, varios acontecimientos muestran los espacios de participación ciudadana, dentro de estas encontramos las revoluciones francesas, inglesa y americana. Aun así, tal como lo anota Grondona hubo muchos sacrificios humanos en materia de víctimas producto de las medidas tomadas para llegar al poder.

Posteriormente,  las democracias contemporáneas son el intento por recuperar el ideal ateniense y romano. En los países latinoamericanos se habla de prácticas democráticas con mucho ahínco, sin embargo la realidad es bastante cuestionable en medio de un sistema económico hegemónico y devastador como lo es el capitalismo que gran influencia ejerce en la política global de acuerdo a las reflexiones  de Sousa (2004)  quien referenciando a Moore comenta: “las sociedades capitalistas, sobre todo en los países centrales, consolidaron una concepción hegemónica de democracia” (p. 27). 

En Colombia, el tema ha tenido distintas particularidades: “La Constitución de 1991 incorporó las fuerzas excluidas y oprimidas, como representantes de grupos guerrilleros desmovilizados, indígenas y minorías religiosas, relativizando así la influencia de los dos partidos que, hasta entonces, habían dominado la escena política” (de Sousa, 2004, p. 29). En ese sentido, se puede afirmar que ha habido avances en la búsqueda del ideal democrático. Sin embargo, es una realidad relativa de acuerdo a las cifras de muertes a líderes sociales e indígenas. 

Este breve recorrido es el producto de una investigación en curso, la cual me permite afirmar que las prácticas humanas acomodan los ideales a los intereses individuales a través del discurso…