En los medios de transporte público de nuestras ciudades colombianas, las personas se ven obligadas a estar compartiendo su espacio vital con una cantidad importante de desconocidos.
Invertir de nuestro tiempo en pensamientos que no están conectados con la realidad de lo que estamos viviendo es una manera de perdernos la vida y todo lo que ella trae. Mientras piensas en los problemas que te esperan en casa pasan desapercibidas las pequeñas y sencillas maravillas que adornan nuestra existencia: el paisaje de la ciudad, las sonrisas, las personas y sus historias, las sorpresas de la cotidianidad, los conocimientos compartidos por un profesor o sencillamente, la posibilidad de entusiasmarnos, o como dicen algunos, de encarretarnos con lo que estamos haciendo. Cuando estamos presentes el tiempo pasa más rápido, signo inequívoco que la estamos pasando bien, estamos evitando al aburrimiento de la rutina cotidiana. La vida está hecha de grandes momentos de alegría, de triunfo o de tristeza y preocupación, pero también está hecha de pequeños acontecimientos, que ocupan la mayor parte de nuestro tiempo. John Lennon en una canción le dice a su hijo “la vida es eso que te pasa cuando estás ocupado haciendo otras cosas…”. Si nuestra atención sólo está ahí en los grandes momentos, pasaremos nuestra vida ausentes de nosotros mismos, y llegará el momento en que nos golpee la sensación de sentir nuestra existencia escapándose de nuestras manos como si fuera agua que cae entre nuestros dedos. ¿La cura? Sencilla, atención. El antídoto es aprender a estar, más allá de las frases en ocasiones clichés que no invitan a disfrutar todos lo momentos, quiero no ir tan lejos. Hay momentos que es difícil disfrutar, ¡pero en todos se está más vivo cuando estamos presentes!