Pensando bien

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Alberto Linero Gómez

Alberto Linero Gómez

Columna: Orando y viviendo

e-mail: palbertojose@hotmail.com



En los medios de transporte público de nuestras ciudades colombianas, las personas se ven obligadas a estar compartiendo su espacio vital con una cantidad importante de desconocidos.
Ésta no es una experiencia del todo placentera, la gente te respira encima, compartes olores, empujones o pisotones de completos desconocidos por un periodo de tiempo que siempre se hace más largo de lo que es. Lo curioso es que si al momento de bajarte del bus, intentas recordar la cara de las personas que por ese tiempo te rodearon difícilmente podrás tener presente una o dos, y eso si es porque te llamaron particularmente la atención por alguna razón. ¿Te ha pasado que vas camino a tu casa y de repente te das cuenta que hay un edificio nuevo, que no conocías y te parece que pareció de la nada? Estas cosas pasan porque la mayor parte del tiempo no estamos presentes, tenemos una especie de piloto automático que se activa en algunas circunstancias para que públicamente nos veamos normales, pero nuestra mente está lejos, lejos del presente inmediato. Muchas veces en los salones de clase la voz del profesor no es más que un adormecedor ruido de fondo mientras nuestra mente viaja por otros lugares, muchas veces en el trabajo pasamos la mayor parte de nuestro tiempo ejerciendo nuestras funciones de manera mecánica sin notar siquiera a las personas, los entornos y los lugares.

Invertir de nuestro tiempo en pensamientos que no están conectados con la realidad de lo que estamos viviendo es una manera de perdernos la vida y todo lo que ella trae. Mientras piensas en los problemas que te esperan en casa pasan desapercibidas las pequeñas y sencillas maravillas que adornan nuestra existencia: el paisaje de la  ciudad, las sonrisas, las personas y sus historias, las sorpresas de la cotidianidad, los conocimientos compartidos por un profesor o sencillamente, la posibilidad de entusiasmarnos, o como dicen algunos, de encarretarnos con lo que estamos haciendo. Cuando estamos presentes el tiempo pasa más rápido, signo inequívoco que la estamos pasando bien, estamos evitando al aburrimiento de la rutina cotidiana. La vida está hecha de grandes momentos de alegría, de triunfo o de tristeza y preocupación, pero también está hecha de pequeños acontecimientos, que ocupan la mayor parte de nuestro tiempo. John Lennon en una canción le dice a su hijo “la vida es eso que te pasa cuando estás ocupado haciendo otras cosas…”. Si nuestra atención sólo está ahí en los grandes momentos, pasaremos nuestra vida ausentes de nosotros mismos, y llegará el momento en que nos golpee la sensación de sentir nuestra existencia escapándose de nuestras manos como si fuera agua que cae entre nuestros dedos. ¿La cura? Sencilla, atención. El antídoto es aprender a estar, más allá de las frases en ocasiones clichés que no invitan a disfrutar todos lo momentos, quiero no ir tan lejos. Hay momentos que es difícil disfrutar, ¡pero en todos se está más vivo cuando estamos presentes!