Luchando con Dios...

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Alberto Linero Gómez

Alberto Linero Gómez

Columna: Orando y viviendo

e-mail: palbertojose@hotmail.com



Una de las escenas que más me impresionan de los relatos de los patriarcas en el libro del Génesis es la de la lucha de Jacob con Dios. En el texto bíblico se nos dice que Jacob se quedó solo en la noche y un hombre estuvo luchando con él toda la noche sin lograr vencerlo. Y viene una frase que me parece maravillosa; Jacob no quiere soltar al hombre contra el que lucha y cuando éste le dice: “suéltame” Jacob le responde: “no te soltaré hasta que no me hayas bendecido”. Y de aquel episodio viene el nombre de Israel, que significa el que ha luchado con Dios, o también el Dios que lucha. No se trata de una hazaña heroica, sino de la condición normal de la vida del creyente.


El creyente es alguien que lucha, y muchas veces lucha con Dios. Qué significa luchar con Dios. No creo que en el texto bíblico esta lucha se refiera a las “peleas” que muchas veces tenemos con el Señor cuando no entendemos lo que sucede en nuestra vida o cuando esperamos de él cosas que no suceden. Cuando nos pasan cosas que creemos que no deberían pasarnos y sentimos que la vida está siendo injusta. Sé que en muchos momentos como esos, así hayamos sido educados para ser diplomáticos con Dios, el corazón está gritando y preguntando “por qué”. Sin embargo creo que la lucha de Jacob tiene otro matiz, otra perspectiva.

Creo que la lucha de Jacob es la lucha de un hombre contra sí mismo permitiendo que Dios sea el vencedor. Creo que es la lucha de todo hombre contra lo que más impide que se haga realidad en él la voluntad del Señor, creo que Israel es un nombre maravilloso porque nos recuerda que no hemos sido llamados a vivir en un paraíso terrenal lleno de flores, dientes de león, y niños caminando por la pradera. Sino que debemos conquistar las cosas que Dios nos ha propuesto para vivir y que nos ha propuesto para hacer en este mundo. Que debemos tener la fuerza y la determinación de luchar, para no desistir, para dar el mejor de los esfuerzos en lograr vencernos a nosotros mismos, en todos los peros y todas las trabas que le ponemos al plan de Dios en nuestra vida.

En ese sentido es importante lo que cada uno sabe que es su impedimento para acercarse al dueño de la vida. Israel es un pueblo que vivió muchas batallas, pero lo más importante es que es un pueblo que tuvo que luchar contra sí mismo todo el tiempo. Porque le era muy fácil a este pueblo, como a todos, darle la espalda al Señor, dedicarse a creer en otras cosas, ser infiel a lo que había prometido, qué difícil es en la vida espiritual y en las relaciones cumplir con las promesas. Pero de eso se trata la lucha, de permanecer, de no desfallecer, de prepararnos para vivir de acuerdo a eso de lo que estamos convencidos. Seamos hombres y mujeres de lucha, no en las armas ni en las guerras, sino en el corazón, venciendo el temor y el egoísmo de manera permanente.