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Columnas de Opinión
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Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Acotaciones de los Viernes

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es



Corregir o insinuar mejores formas de expresión escrita a compañeros del mismo oficio significa, ni más ni menos, aplicar la autocorrección. Y eso es exactamente lo que debemos hacer al dar por terminado un artículo para periódicos, revistas o cualquier otro medio de difusión impresa. Hay que leer lo propio antes de que se consolide en las páginas que con más o menos interés pasarán bajo la vista de los lectores. 

Y más cuidado debemos tener si pensamos que muchos de esos lectores se acostumbraron a nuestras columnas periodísticas y nos regalan parte de su tiempo buscándolas y leyéndolas. Algunos, además, se toman la molestia de criticarlas. 

Casos frecuentes de incorrección lingüística --principalmente errores ortográficos-- tienen su origen en la vinculación de jóvenes sin preparación académica a los medios de comunicación. Las emisoras especializadas en programas de farándula están llenas de animadores que basan su sintonía en expresiones grotescas, que pasan de vulgares a obscenas. Cuentan para ello con un público de bajo nivel educativo, acostumbrado a este tipo de espacios radiales.

Por lo general esa complicidad se produce mediante comunicación telefónica. ¡Qué error tan grande es confundir locutores con periodistas!

Pero hay otros periodistas que no son tan vulgares. Su deficiencia radica en la falta de investigación que requiere su trabajo. Ignoran el significado de palabras de uso diario: por ejemplo, creen que todo homicida es 'sicario'; que disparar 'indiscriminadamente' es disparar rápido; quieren remplazar la palabra motocicleta con la expresión 'vehículo de dos ruedas'; no quieren decir mujer sino 'fémina'; dicen moto 'de alto cilindraje' sin saber qué significa eso.

En fin, consideran que los sinónimos pueden usarse en todos los casos, y eso no es cierto. Uno de esos comunicadores plasmó en un periódico de la ciudad la siguiente expresión como títular: "No alcanzó a tomarse la tercera ale cuando recibió un disparo mortal". Se nota que en algún crucigrama se enteró de que la palabra 'ale' significa cerveza, pero en inglés.

Es conveniente, ya que de eso hablamos, recordarles que no se debe usar 'afluente' con el significado de río. Un río es afluente solo cuando desemboca en otro río; también se le llama tributario. Entonces, pues, todo afluente es río pero no todo río es afluente. Pero el periodismo, en general, sufre grave deterioro también a nivel nacional. En RCN, donde el periodismo radial fue ejemplo durante mucho tiempo, encontramos a dos periodistas que todos los días dicen "paso 'restringuido' en tal carretera" cuando se refieren a limitaciones en las vías terrestres. Ya no está allí Gossaín para que los corrija.

En su remplazo toma esos micrófonos a cada momento Francisco Santos, quien repite hasta cinco veces una sílaba antes de completar la más elemental palabra. Además, utiliza expresiones vulgares que ya estaban casi erradicadas del léxico juvenil, como "¡qué vaina!" Anteayer le preguntó a un niño de trece años, actor en la película Los colores de la montaña: "¿Tus amiguitos te 'joden' mucho por el triunfo que alcanzaste?". Y como Pacho Santos repite las palabras, alcanzamos a escucharle tres veces esos vulgarismos. ¡Qué trabajo tan estéril el de los profesores al tratar de combatir esos errores!

Por otra parte, los 'conductores' de ciertos programas radiales se sienten tan confiados en el dominio de los temas que ni siquiera se toman la molestia de preparar un plan para la actividad que van a desarrollar. Por eso muchas veces se quedan en silencio mientras tratan de recordar el nombre de una persona de la cual ya han comenzado a hablar: "Porque el señor… ¿cómo es que se llama?", dicen en medio de la exposición, tratando de que alguien los saque de ese atolladero.

Conclusión: Se practica el periodismo sin el rigor necesario. En la prensa escrita (expresión que no comparto) encontramos textos de calidad inferior a los que redactaban estudiantes cuando las escuelas y colegios tenían centros literarios. O tempora! o mores!