Ciudad-lab Bonda.15

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Carlos Escobar de Andreis

Carlos Escobar de Andreis

Columna: Opinión

e-mail: calli51@hotmail.com


“Escoger dónde vives suele ser la decisión más importante de tu vida (...) La clave del éxito urbano no está tanto en las empresas que se instalan en una ciudad, como en su capacidad para atraer y retener el talento individual”. Son un par de frases sueltas del preámbulo de “Ciudades Creativas” del destacado urbanista estadounidense Richard Florida. Ciudades creativas, habitadas por artistas, emprendedores e iconos de las profesiones del conocimiento a quienes les gusta frecuentar los mismos trabajos, los mismos bares y restaurantes, los mismos conciertos y las mismas camas (como mercado abundante para el apareamiento)

Lo anterior, para contarles que cualquier día de 2015, un grupo selecto de artistas samarios, se citaron en el taller de Ángel Almendrales en Bonda, con el fin de realizar un laboratorio de ciudad, que les permitiera saber, finalmente, Santa Marta qué es y cuál sería -desde su propia óptica- la visión de largo plazo con la que los samarios se sentirían más a gusto. Lo primero fue construir un diagnóstico perceptivo de la realidad local, cómo ven la ciudad y cómo la sienten, describiendo en una inspirada narrativa hechos y situaciones que la caracterizan y definen como territorio Caribe; para luego, identificar lo que ellos sueñan que sea y proponer las acciones que se requieren, para hacerla tal y como la soñaron.

Se iniciaron las rondas de discusión y como era de esperarse, dando rienda suelta a la imaginación. Pintaron paisajes nunca vistos, esculpieron escenarios de fantasía, cantaron experiencias inolvidables, escribieron los poemas urbanos más hermosos, musicalizaron historias vividas y las teatralizaron para mostrar lo que significa para ellos vivir en Santa Marta: tierra amable, tolerante, lugar para la lúdica, la reflexión y la investigación. La ven como el gran útero gigante, que nos abraza y acoge entre sus cerros tutelares menores que vierten sus efluvios al mar, permaneciendo infinitamente ligados por cordón umbilical a la energía vital de nuestros ancestros al corazón, que es la Sierra Nevada.

“Santa Marta es ciudad para la exaltación, el éxtasis, la contemplación y para la sanación, que en sentido amplio cura las enfermedades del alma y del cuerpo. Es decir, su calidad como conglomerado humano va más allá de la consideración formal que la define como distrito turístico, cultural e histórico”. Esta fue la oración de cierre de la primera parte del ejercicio. Una ciudad a la que la planeación de los planificadores y el ordenamiento de los ordenadores le negaron todas las posibilidades de ser como los artistas quieren que sea. Una ciudad que se hace por inercia, por el empuje y la espontaneidad de sus habitantes, en la que los más fuertes sacan ventaja, mientras van desapareciendo los barrios de clase media y la geografía se fracciona en pequeñas áreas de opulencia y otras, mucho más grandes, de pobreza.

“Las clases creativas -sostiene Florida- son clave en el crecimiento económico y la vitalidad urbana de las ciudades”. Hay que incluirlas a como dé lugar, porque la prosperidad de un lugar es directamente proporcional a la densidad de personas creativas que viven en él y, las clases creativas eligen la ciudad de residencia más en función de los niveles de tolerancia y el atractivo cultural y paisajístico que en función del mercado laboral, reafirmando, en una perspectiva regional, que el crecimiento y la innovación provendrán de las mega regiones y de los nuevos corredores urbanos articulados, como el que prefiguran Santa Marta, Barranquilla y Cartagena.

Una marca de ciudad deberá reflejar la autenticidad del lugar. Un enfoque de arriba abajo que solo funciona cuando la marca captura la peculiaridad y el alma de la ciudad. Algo así como lo que lograron los artistas samarios con “ciudad-lab Bonda.15”, que planteó: “...para atraer talento se requiere la creación y construcción de comunidades sostenibles, que sean representantes auténticas de los valores de una ciudad, así como los trabajadores del arte y la cultura queremos desarrollarnos en ambientes que nos permitan prosperar y expresarnos libremente”.