Objetividad al emitir opiniones

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Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Acotaciones de los Viernes

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es



¿Habrá gesto más espontáneo que el de Juan Guillermo Cuadrado al vaciar sobre la cabeza del director técnico de su equipo, el Juventus de Turín, la espuma que los árbitros utilizan para señalar posiciones en el campo de fútbol? Algo parecido hizo Teófilo Gutiérrez cuando trazó en el césped un corazón como homenaje a su señora madre, quien estaba de cumpleaños ese día.
En ambos casos esas actitudes, que obedecen a la euforia del momento, no expresan sino la alegría incontenible de sus autores. Cuadrado exteriorizó de esa forma su emoción por haber logrado el campeonato en la liga de fútbol italiana. ¡Eso no es cualquier cosa! El nombre del hijo de Necoclí quedará escrito para siempre en el historial del club de la ‘Vecchia Signora’. Pero –siempre tenemos que encontrar un pero– en Colombia muchas personas se apresuran a censurar estos comportamientos. Algunos los califican como falta de respeto, ya sea al director técnico o al árbitro, y hasta llegan a sugerir sanciones para cada caso. Es decir, que mientras Massimiliano Allegri recibía con risas la broma de Cuadrado y el video correspondiente le daba la vuelta al mundo, en esta comarca nuestra se miraba con malos ojos al “irreverente” jugador que con orgullo mostraba la copa conseguida con su equipo.

Pero la amargura de muchos colombianos no se agota en estos episodios: por lo menos dos comentaristas deportivos –“de cuyos nombres no deberíamos acordarnos”– llamaron exfutbolista a Falcao. No vale la pena agregar comentarios al respecto, aunque, si tuvieran personalidad, deberían esconderse de los televidentes por lo menos durante un tiempo prudencial. Parece que poseyésemos un germen para el cual no hay nombre definido. Por nuestra parte, nos negamos a creer que dicho virus esté incrustado en el ADN de los colombianos, pero hace parte de nuestra manera de ser. Los casos de Shakira y de James Rodríguez refuerzan nuestras apreciaciones: un profesional, investigador en el campo de la música, sostiene que Shakira no canta. “Ella chilla”, afirma. ¿Cómo es posible que nuestra cantante llene salas de concierto en todo el mundo para que millones de personas la oigan “chillar”? No valoramos lo nuestro porque lo que viene del extranjero nos parece mejor.

Recordamos que una de nuestras Acotaciones de hace varias décadas se titulaba “A lo tuyo, tú”, expresión muy conocida en la Guajira con el sentido de que “lo propio hay que defenderlo, con razón o sin ella”. No se trata de fanatismo y menos de patrioterismo; simplemente, debemos valorar lo nuestro. En cuanto a James, se trata de un joven admirado mundialmente por sus virtudes como futbolista. Ser el goleador de la última Copa mundial de fútbol y, además, haber convertido la mejor anotación en ese evento, con solo veintitrés años de edad, debería ser suficiente para que destaquemos sus virtudes. La semana pasada levantó su sexto trofeo con el club español. El famoso exarquero argentino Hugo Orlando Gatti dio un valioso consejo a los dirigentes de ese equipo: “Si dejan ir a James se van a arrepentir toda la vida”. Y aquí en Colombia, los mismos periodistas de siempre aseguran que nuestro número 10 fracasó en el onceno español. Conclusión: Vivimos en un mundo globalizado. La celeridad e inmediatez de la noticia nos permite conocer al instante lo que ocurre en el mundo. Así, pues, antes de emitir juicios temerarios, y en muchos casos malintencionados, tengamos en cuenta que, aunque somos amos de lo que decimos, somos esclavos de lo que decimos.


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