El Giro del ‘Centenairo’

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Edgar Castro Castro

Edgar Castro Castro

Columna: Opinión

e-mail: emcastroc@yahoo.com



Les parecerá extraño a muchos que escriba sobre un tema que no acostumbro: deportes. Aunque algunos lo juzguen de esa manera, debo decirles que en épocas pretéritas practiqué como aficionado el fútbol, el atletismo no competitivo y el béisbol. De éste último, tengo  ingrata recordación porque, cuando cursaba el tercer año del bachillerato, sufrí accidentalmente un pelotazo fuerte en el ojo derecho en un entrenamiento en el que oficiaba  como receptor, sin la precaución obligada de usar la careta de protección.


Pero si de ciclismo se trata, en la familia hubo dos exponentes de ese deporte: uno, mi tío materno Nelson Castro Márquez, quien quedó con la obsesión sempiterna de participar en una Vuelta a Colombia; y por otro lado, mi hermano Álvaro Luis que inició su afición montando en la ‘cucaracha’, nombre que le dio a su primera bicicleta, que fue motivo, además, de peleas con los otros hermanos porque la aprovechaban sin su consentimiento cuando se ausentaba, hasta el punto de mirar detalladamente la forma en la que la dejaba para enterarse del uso; pero eso no era estorbo puesto que mi hermana Ana Luz, que era la que más disponía de ella, observaba todas sus partes para dejársela a Lucho de igual forma: que si estaba con el pedal derecho arriba o cuál era el ángulo con el que quedaba la llanta delantera de la pared donde la reclinaba. Ana Luz, cuando, por las razones esbozadas, no podía montarse en la ‘cucaracha’ entonces entraba a hurtadillas, al mediodía, a la casa del vecino Daniel Campo y usaba, también sin la anuencia de él, su pesada bicicleta de grandes tubulares, mientras la familia disfrutaba de la siesta, antes de la hora de salir hacia la oficina de Telecom donde trabajaba.

Todo esto, me lo hizo rememorar en Bogotá un taxista que me prestó servicio el pasado sábado 13 de mayo, quien para mostrarse agradable por su tardanza en recogerme luego de mi solicitud por aplicativo tecnológico, me soltó ésta pregunta: ¿Cómo ve a Nairo Quintana para la etapa montañosa de mañana? Obviamente, se refería a su participación en el Giro de Italia, que celebra este año su centésima edición. Le respondí dándole mi favorable opinión sobre lo que realmente pienso de Quintana pero recalcándole que al tenor de sus últimas declaraciones a la prensa, deducía que no estaba aún en plenitud de sus mejores condiciones, ripostándome seguidamente: -Eso es estrategia amigo, él no puede salir a decir que va a ganar. En adelante, me dio cátedra sobre el conocimiento que tiene de Nairo, señalándome que, además, ha estudiado videos de sus competencias que le permitían concluir que comparativamente era mejor escalador de lo que fue en su momento Lucho Herrera.

Después de ver la magnífica conquista en solitario del Blockhaus, en la novena etapa, dejando regados en la subida a sus más enconados rivales europeos como Vincenzo Nibali, Thibaut Pinot y Tom Domoulin; sin contar para el caso, por haberse visto envueltos en una caída por la imprudencia de un motociclista, con Mikel Landa, Geraint Tomas y Adam Yates; le doy razón a mi chofer de momento, en lo atinente a las declaraciones estratégicas de Nairo Quintana.

Bien es sabido, que Nairo Quintana, aunque ha mejorado en las etapas contra reloj, sus realidades no se pueden comparar con las de otros que si son especialistas, como Tom Domoulin que quedó ubicado en el tercer lugar de la clasificación general a solo treinta segundos del primer lugar, que ocupa el boyacense; por lo que es previsible que Quintana pueda tener inconvenientes en las etapas a cronómetro, particularmente con Domoulin, pero también tiene a su favor que aún quedan por recorrer cinco etapas escarpadas con dos que terminan en premio de montaña.