La dura tarea de encontrar trabajo en Santa Marta

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Andrés Lafaurie Bornacelli

Andrés Lafaurie Bornacelli

Columna: Opinión

e-mail: andreslafaurieb@gmail.com


Para muchos se nos ha convertido en un verdadero viacrucis la búsqueda de un trabajo en la ciudad. Siendo sensatos, si bien Santa Marta tiene una tasa de desempleo de un 8% según el Dane, la cual es la más baja del país –aplausos-, para esa misma agencia los estándares de empleo y su medición no resultan totalmente precisos pues la informalidad ya de por sí es muchas veces considerada una fuente de empleo, lo cual estoy seguro muchos de nosotros encontramos impreciso, pero al mismo tiempo resulta muy conveniente para el gobierno.


A ello se le debe sumar el hecho que no siempre conseguir un trabajo implica que éste sea uno adecuadamente remunerado, analizado desde el punto de vista de la preparación académica o experiencia profesional del aplicante al cargo, tema que trataremos en otra ocasión.

Nuestro departamento, debo decirlo, gracias a la pésima y vergonzosa gestión de algunos de nuestros antiguos alcaldes, gobernadores y congresistas y a la venia de la misma sociedad, nos hicimos famosos en el país por jugar con el clientelismo y la “rosca” en niveles astronómicos. En aquel entonces era común ver al Alcalde de X municipio contratar con la sociedad N.N. de propiedad de la esposa de su hijo para asesorías externas, al mismo tiempo contrataba con la sociedad XYZ de propiedad de la empleada doméstica de su hogar para suplir insumos básicos para el funcionamiento de la alcaldía (resmas, tinta, etc.) y así sucesivamente. Tan absurdo era el abuso sistema que un contratista podría ser fácilmente el esposo de la misma interventora.

Esa misma mafia se arraigó tanto en nuestra cultura que todos nos acostumbramos a que si se pretendía conseguir un empleo entonces se debía llamar al señor alcalde, al señor gobernador, al señor concejal para que ellos dentro de sus grandes e ilustres amistades pudieran gestionar, a través de la burocracia, un empleo para quien se lo solicitaba, eso sí, quedando el empleado “empeñado” mientras permaneciera en el cargo y sujeto a cumplir estrictamente con lo que le sea encomendado por su padrino o madrina política.

Considero que la burocracia no es el problema, el problema radica en el pedestal en que hemos puesto a aquellos que algún día ostentaron un cargo de elección popular, un cargo de debió ser puesto a favor del pueblo y no de sus beneficios personales, y fue ese mismo pedestal el que los ahogó en un mar de poder y corrupción en el que se consideran inmortales, intocables e incluso y consecuentemente con su incorrecto razonar, deidades.

Aunque ha cambiado esa arcaica creencia y ya muchas empresas han acogido el sistema de la meritocracia, aun encontramos muchísimos ejemplos de gerentes, directores, coordinadores, etc., que no se atreven a tomar una determinación de contratar a X o Y persona sin que antes el padrino o madrina en la política les den su visto bueno ¡vergüenza!

Algún día escuché el chiste de un viejo conocido que decía “¿Cuál es la más eficaz herramienta para bajar el desempleo del país?: Cambiar al director del Dane”. Estoy seguro que eso no es así... o al menos eso espero.

¡Feliz...... Miércoles!