Colombia en pasos lentos a la secularización

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Escrito por:

Eimar Pérez Bolaños

Eimar Pérez Bolaños

Columna: Opinión

e-mail: eimar.perez@unad.edu.co


En las vísperas de la semana santa, espacio según la tradición católica dedicado a la “reflexión”, me he dado a la tarea de hacer un ejercicio genealógico que me permite analizar ciertas prácticas derivadas de dicha tradición. Además de lo anterior, también realizo un fuerte ejercicio de anamnesis que no resulta nada fácil en medio de tantos distractores sociales.

En mi experiencia profesional y de vida, que alto grado de preponderancia tiene la segunda con respecto a la primera según lo anota Shakespeare: “hay más cosas en la vida que en tu filosofía”. He tenido la oportunidad además de orientar la cátedra de filosofía, la polémica a mi juicio, asignatura de religión; no puedo negar que fue una gran experiencia, puesto que tuve la oportunidad de escuchar a los estudiantes de forma abierta y crítica e, incluso, hicimos los primeros pasos a un proyecto de investigación. La asignatura a mi juicio resulta controvertida en la medida en que su práctica se vuelve contradictoria de acuerdo con los avances de nuestra historia como nación. Es básico y primario de la educación colombiana el saber que la religión católica en América es una herencia cultural de la conquista y colonia española, que de forma abrupta y violenta acabaron en parte con las prácticas místicas de la población originaria, a veces mal llamada indios.

Teniendo en cuenta el anterior panorama, no puedo negar desde mi experiencia de vida, qué avances se han dado en cuanto la consciencia sobre el tema de la enseñanza de la religión y que muchos estudiantes desarrollan su sentido crítico al respecto, lo mismo que colegas docentes asumen su rol emancipador e histórico a través de la educación a partir de distintos escenarios. No obstante, veo con preocupación que la enseñanza de la asignatura aunque hace parte del plan de estudio de muchos colegios oficiales en Colombia, no cuenta por parte del Ministerio de Educación Nacional con unos estándares o lineamientos curriculares que sirvan de directriz para su enseñanza, lo cual se convierte en un instrumento de una nueva colonización.

Así que mi preocupación en este sentido estriba, en que la enseñanza de la religión queda “al libre albedrío” de los docentes responsables de su orientación, que en la mayoría de los casos terminan impartiéndola a partir de sus creencias personales, esto como consecuencia, al no contar con una directriz incluyente de acuerdo con lo establecido en el Artículo 19 y 68 de la Constitución Política Colombiana.

En mi experiencia como estudiante y luego como docente, observé para el primer caso dando una mirada retrospectiva cómo nos “domesticaron” en su momento a través de la enseñanza de la religión con estigmas “el temor a dios” y “dios castigador”. Para el segundo caso, me encontré que quienes la enseñan en diversos escenarios, coaccionando a los estudiantes públicamente “porque no rezan” o dentro de los útiles escolares se incluye autoritariamente la biblia como criterio de calificación. ¿Qué es esto? ¡La época Medieval!. Además, dentro de todos los protocolos institucionales la oración se asume en un rol clerical con actitud inquisidora para quienes se reúsan a dichas prácticas.

Admito que no pretendo promover la eliminación de la asignatura de la enseñanza de la religión en los colegios oficiales de Colombia, más bien resignificarla teniendo en cuenta lo que establece la “norma”; pero también de acuerdo con lo que tanto se pregona que se debe apuntar a una educación crítica. En ese sentido, se debe aprovechar a la religión para fortalecer el conocimiento sobre la historia y la cultura, fortaleciendo así el desarrollo del pensamiento crítico, el reconocimiento de la pluralidad, promoviendo en los estudiantes competencias que serán importantes en las pruebas a las que son sometidos constantemente.

Actualmente, otro panorama menos alentador con respecto al tema, tiene que ver en que ahora existen otras prácticas que pretenden seguir reafirmando la herencia colonial a través de la religión a partir de instrumentos tecnológicos, lo cual es una forma de coacción de consciencia, promoviendo la ignorancia antes que intentar erradicarla, de esto no se escapan muchos ciudadanos de distintos grados de “educación” se presentan a través de las redes sociales, con imágenes de santos con mensajes “no me ignores”, “escribe amén” es una manifestación de nuevas prácticas de dogmatización.

En síntesis, la fe y la creencia es algo a mi juicio que hace parte de nuestra misma debilidad humana al desconocer nuestro origen y no tener respuestas a preguntas como la muerte, el alma, etc. Por supuesto que, es claro también, para mí son conceptos distintos, dios, la religión, la espiritualidad, la fe y son prácticas netamente individuales que se viven, se sienten , se experimentan en un sentido ontológico dentro del cual no puede intervenir ninguna institución.