Todavía hay preguntas que deben ser respondidas

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



En La Odisea, Odiseo o Ulises es amarrado al mástil del barco para que escuche los cantos de las sirenas sin perecer en el acto. Algo parecido me sucedió al ver lo publicado sobre el Puerto de las Américas. Me amarré a la fría lógica... y noté que a las sirenas les falta afinación.


A capela nos anuncian miles de empleos, inversión de 12 millones de dólares, no hay problemas ecológicos, se tienen todas las licencias y permisos correspondientes –aunque todavía no les dan la ambiental- y la comunidad taganguera aprueba el proyecto.

Un puerto dedicado al embarque y transporte de gráneles líquidos mejora la competitividad del sector palmero, especialmente porque el rediseño permite que lleguen barcos hasta de 50 mil toneladas; barcos con mayor capacidad de carga y un puerto eficiente abaratan los costos y permiten tener precios más competitivos y márgenes de utilidad más grandes. En un sector poco competitivo como el palmero, cualquier mejora es positivo. Hasta aquí vamos bien.

Analicemos los supuestos beneficios. ¿Qué tan cierto es lo de los miles de trabajos? Los puestos de trabajo que existen actualmente en la cadena productiva no deberían ser contados como nuevos. La construcción del puerto creará empleos temporales. ¿Cuánta mano de obra calificada y no calificada demandará el proyecto? ¿Cuántos de cada una serán mano de obra samaria? Una vez terminado el proyecto, ¿Cuántos empleados se necesitan para operar el puerto? ¿Cuántos serán de la ciudad? Sería bueno que el grupo Daabon socializara con todos, las proyecciones que tiene para que podamos evaluar cuál es el beneficio que realmente genera el puerto a la ciudad. El monto de la inversión no parece ser adecuado para construir un puerto que cumpla con los más altos estándares de seguridad industrial y eficiencia. En el mundo hay referentes contra los cuales, obviamente guardando las proporciones, debemos comparar. Por ejemplo, el Parque Industrial Dumai en Riau, Indonesia, en donde tiene presencia el Grupo Wilmar, uno de los grandes del negocio en el mundo, o el puerto de Rotterdam, para solo mencionar dos. Toda actividad tiene riesgos; la evaluación que debe hacer la comunidad es si los beneficios justifican los riesgos. La lógica empresarial es invertir lo menos posible para maximizar sus ganancias. La lógica ciudadana es proteger los intereses de la ciudad y del medio ambiente. En este caso, hay un riesgo ambiental, y aunque se espera que no suceda nada, ¿cuál sería el peor escenario posible? ¿Contamos con los equipos y personal para atender un desastre ambiental de gran escala?

Por simple probabilidad estadística, el contar con un mayor tráfico de buques y de mayor calado, la probabilidad de un accidente aumenta. ¿Qué pasa si se derraman 10 mil toneladas en el mar? ¿20 mil, 30 mil o más? ¿Cuál sería el impacto ambiental? ¿Cuál sería el impacto para la fauna, flora, y las poblaciones que viven de la pesca? ¿Cuál el efecto para el turismo? La comunidad necesita conocer el plan de contingencia. Las licencias otorgadas –que supuestamente deberían darnos confianza- y la lista de entidades que han respaldado el proyecto no nos generan confianza. Es de conocimiento público que la corrupción permite que en Colombia se aprueben proyectos que claramente van en contravía del interés público

Reitero que creo es un proyecto beneficioso, simplemente quiero enfatizar la necesidad de armonizar los intereses privados con las necesidades de la comunidad y el deber de proteger el medio ambiente. Los supuestos beneficios –que por el momento no son más que un listado de buenas intenciones- no pueden cegarnos e impedir que hagamos las preguntas pertinentes. La lista de deseos debe ser aterrizada con estudios y proyecciones concretas, y de ser posibles validadas por entidades de prestigio y credibilidad internacional.

Lo comunicado por los medios da la impresión de que estamos frente a un hecho consumado; sin embargo, una prudente pausa no le hace mal a nadie para ponderar bien las cosas. No se espera menos de uno de los grupos agroindustriales más importantes de la región y que ha contribuido al desarrollo del departamento; la responsabilidad ha sido una de sus improntas a lo largo de su historia, y se espera que esta no sea la excepción.


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