No toda unión es fuerza

Columnas de Opinión
Tamaño Letra
  • Smaller Small Medium Big Bigger

Escrito por:

Tulio Ramos Mancilla

Tulio Ramos Mancilla

Columna: Toma de Posiciones

e-mail: tramosmancilla@hotmail.com

Twitter: @TulioRamosM



Creo en la independencia como necesidad de vida, como algo que, por lo tanto, si se le presta atención suficiente, se puede aprender. Sin embargo, no me parece que el individualismo, con el que usualmente se le suele confundir, sea una forma de independencia: una cosa es estar aislado, y otra, muy distinta, es ser tan fuerte como para poder influir en otros, si toca, sin dejarse influir por ellos.
Agua y aceite. He estado pensando en esto desde las respectivas convocatorias de las sempiternas fuerzas actuantes en sentido contrario, la uribista y la gobiernista, a propósito de la dizque marcha del 1º de abril, cuya resultante no puede ser otra que la atrofia mental del pueblo colombiano. Porque solo a un pueblo dependiente se le puede convocar a marchar... ¿a qué?: ¿alguien recuerda para qué diablos es la marcha del 1º de abril..., que sea cosa distinta de recordarle al presidente Santos cuanto lo odian sus enemigos? Pero, igualmente: ¿alguien por ventura cree que este gobierno no está untado hasta el cogote, tanto como el anterior, de los sobornos de, al menos, Odebrecht?

Habría que ser ciego para no verlo: habría que estar enceguecido, no solo de ignorancia, sino de pasión malsana: ambas corrientes políticas de este 1º de abril son oposición recíproca, una respecto de la otra, es cierto, pero también son la oposición genérica a Colombia. Los líderes de uno y otro lado, sabedores de la verdad única de esta nación (emociones exacerbadas y poco más que eso) sí que también saben explotar las circunstancias. Bajo el pretexto de la defensa de la patria y demás sandeces, los uribistas, por una parte, llaman a (?)... supongo que a tumbar al actual gobierno, por la fuerza, como todo les gusta. Y los otros, haciéndose los santurrones, llaman a la defensa del acuerdo de paz, que, como todo el mundo sabe, es lo único que tienen para mostrar, pero que en manera alguna puede ser la excusa para justificar sus imperdonables caídas.

En lo personal, he de confesar que aborrezco a la gente que trata de ejercer, no influencia, sino dominio en otros basándose en causas religiosas, morales, ideológicas, o en algún otro pretexto: las opiniones de cada quien son de cada quien, más allá de que a mucha gente le dé flojera ejercer su derecho a tener una. Si, por ejemplo, en temas religiosos los líderes espirituales hubieran respetado que creer o no creer en algo es cosa privada, que no pública, muchos menos muertos habría habido por dioses, y así más se habría cumplido el propósito inicial de cualquier fe religiosa, que casi siempre es bondad. Pero no ha sido así. Tampoco en política, en la que ha sido más importante, muchas veces, dejarse llevar por la intolerancia camuflada y así propugnar ideas sociales que en realidad son apetitos más bien particulares, del todo ajenos al interés general y al bien común.

La historia está repleta de ejemplos de montoneras, en uno u otro sentido. Lamentablemente, el nivel educativo y de razón de este país no da para alejarse de esa tendencia de pueblos fallidos: aquí prevalecen las corrientes de odios y amores, sin reflexión individual permanente. El 1º de abril es otra oportunidad para hacerles pistola (si quieren, como el baboso James, penoso capitán de la Selección Colombia) a los que vengan a tratarlos como idiotas, tanto de un lado como de otro. Es una buena ocasión para empezar.