Incongruencias urbanas

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Carlos Escobar de Andreis

Carlos Escobar de Andreis

Columna: Opinión

e-mail: calli51@hotmail.com


Parece sugestivo el título. Y de verdad lo es. Pero es que en nuestras ciudades de hoy -tanto chicas como grandes y gigantes- existe cualquier cantidad de incongruencias que hasta para las personas más desprevenidas resulta muy fácil detectarlas. Deberíamos crear la forma de medir la mayor incongruencia urbana, del mismo modo que medimos la popularidad de los gobernantes, a ver si así evitamos que se repitan con tanta insistencia. El diccionario de la RAE define ‘incongruencia’ como “la falta de relación lógica entre dos cosas” y, la convierte en una palabra cuya aplicación es sinónimo de incoherencia, inconsistencia, desatino, barbaridad y anacronismo o sea, de todo de lo que está llena la humanidad desde que desapareció ‘el sentido común’.


Estamos hasta la coronilla de incongruencias de todo tipo. Repasemos los hechos recientes del manejo de la política estatal de contratación, para ver que están plagados de incongruencias en las que coexiste la peor corrupción. Es que incongruencia, corrupción y autoritarismo son hermanas. Toda Colombia es incongruente y la trasparencia hace agua por sus cuatro costados, bajo el mando y la autoridad de quienes ostentan el poder omnímodo.

Lógicamente, en el rango de ciudades incongruentes también está Santa Marta “como la que más”, dirían incrédulos y escépticos entre los que me cuento. “No hay demasiadas”, exclamarían quienes piensan que hay que ser positivos siempre, pase lo que pase y, “definitivamente no hay”, responderían quienes se reclaman padres y mentores de la incongruencia. No es para menos.

Tomemos como ejemplos solo algunas. Que sean las más visibles en este complejo sistema urbano que nos habita, aunque no son todas, aclaro:

Es incongruente talar árboles para pavimentar y adoquinar andenes, plazas y bulevares. Es incongruente para una ciudad que hierve a la orilla del Mar Caribe a una temperatura constante de 40 grados centígrados.

Es incongruente dictar normas de tránsito prohibiendo la circulación y el parqueo sobre determinadas vías y aceras y, ver la flota de la alcaldía horonda ocupando los espacios que ella misma obliga a desalojar. Es incongruente que se cierren calles y se instalen equipos de amplificación en cualquier parte so pretexto o sin él de inaugurar, de arengar o de recoger firmas, mostrando un supuesto aire de participación ciudadana y convivencia.

Es incongruente demoler edificios para construir edificios. Demoler escuelas y puestos de salud para construir escuelas y puestos de salud. Demoler estadios para construir estadios. Es totalmente incongruente. Pero es más incongruente demoler un coliseo para construir un estadio de rugby, precisamente en la ciudad que se disputa ser la cuna del fútbol nacional. Es absolutamente incongruente.

Es incongruente hacerle creer a los samarios que Metroagua se va porque así lo manifestamos y gritamos a voz en cuello y no porque el 17 de abril se termina su contrato. Pero es más incongruente (e irresponsable) rescindirlo sin tener garantizada una operación eficiente, dadas la generación y el volumen de agua a procesar de la que nos surte la Estrella de San Lorenzo y los cincuenta y tantos pozos incongruentes que ya no dan.

Sin embargo, detrás de cada incongruencia hay una incongruente, una entidad y una persona incongruente que la gobierna y que “se comportan de modo que sus actos no se corresponden o relacionan unos con otros”. Estas son -dice el diccionario de la RAE- las incoherentes, inconsistentes, ilógicas, absurdas, inconexas, bárbaras, desatinadas, anacrónicas, discordantes y dispersas.