La salud: divino tesoro

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Carlos Escobar de Andreis

Carlos Escobar de Andreis

Columna: Opinión

e-mail: calli51@hotmail.com


La salud cerró con “broche de oro” el 2016. La noticia del cierre de la clínica Cardiovascular produjo un tremendo impacto en la ciudadanía samaria.
No era para menos, ya que el 80% de las urgencias que se generan en la ciudad son atendidas en este centro hospitalario; aparte de los 150 pacientes que habría que reubicar y de los 450 trabajadores que quedarían cesantes.

Y todo, gracias a la falta de recursos económicos por deudas contraídas con Caprecom y la Alcaldía de Santa Marta, que afectan el normal funcionamiento de la institución (Diario EL INFORMADOR de diciembre 27 de 2016) Hasta las personas más desprevenidas, incluso las más sanas, han vivido en carne propia o por terceros una situación angustiosa por culpa de la deficiencia en la atención en salud. Basta con tener un pariente enfermo, ojalá no muy grave, que deba ser hospitalizado, para que comience el viacrucis que lo llevará a una inexorable muerte, dolorosa y cruel, lejos de sus familiares y seres queridos. Lo dice Lian Donaldson, representante de los pacientes de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ante la ONU: “Franquear la puerta de un hospital para ser ingresado es más arriesgado y peligroso que viajar en avión”.

Aunque ya sabemos que volar es el medio más seguro de viajar la mera comparación nos inquieta. Un estudio realizado por la Universidad de la Sabana nos alerta sobre los frecuentes problemas de seguridad que corren las personas que son hospitalizadas por cualquier tipo de dolencia en las instituciones de salud del país. Los principales riesgos -revela el estudio- son caídas, mala administración de medicamentos, fallas en los equipos médicos y la más común de todas: errores humanos, como dejar instrumental quirúrgico en el cuerpo del paciente, operar la vesícula cuando se está mal del riñón, amputar el miembro que está sano o aplicar anestesia y antibióticos sin medida a pacientes mayores, entre tantos otros que se desconocen, porque no se denuncian.

 “Es inconcebible que el error humano de los médicos y del personal de la salud esté matando más a los pacientes que las mismas enfermedades”, señaló Beatriz Pérez, directora del programa de enfermería de la U. de la Sabana. Pero, ¿cuál es el fondo de esta terrible amenaza?, que el mismo Ministerio de Salud confirma al reconocer que el 70% de estos eventos están asociados con procedimientos quirúrgicos equivocados, faltas de atención oportuna, demora en traslados y carencia de recursos médicos.

 Entonces, ¿qué está haciendo el Ministerio para que no sucedan más casos de estos?, ¿qué hacen quienes administran y vigilan la prestación de los servicios de salud en Santa Marta y el Magdalena, como parte que son de todo un complejo sistema nacional? Hace pocas semanas, en el Parlamento Britanico, el primer ministro David Cameron, pidió perdón públicamente por las negligencias, “espantosas”, producidas a lo largo de la última década en 14 hospitales del sistema de salud, que se tradujeron en la muerte innecesaria de 20.000 pacientes.

En EEUU, un informe de 1998, realizado por el Institute of Medicine, titulado como Errar es humano, llevó al Gobierno norteamericano a crear un comité científico que en su primer hallazgo destapó que “una cuarta parte de los pacientes ingresados sufre algún tipo de negligencia médica”, enfermedad que se conoce con el nombre de iatrogenia que es la principal causa de muerte en EEUU: un millón de personas mueren por ella anualmente, el equivalente a 7 aviones jumbos diarios. O sea: el cierre de una clínica en plena temporada de turismo en Santa Marta no es una espectacular noticia que desate la conmoción mundial, no lo es -con todo el ruido que le imprimamos- ni siquiera novedosa y lo peor, es que con los inmensos recursos que moviliza el sector de la salud, no es tampoco un problema de plata, porque tal vez sea cierto que -parodiando al doctor Alejandro Jadad Bechara- vivimos en un país que avala un modelo económico que nos está empobreciendo, un modelo educativo que nos está embruteciendo y un modelo de salud que nos está matando.