Exigimos líderes que sepan gobernar

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Ramón Palacio Better

Ramón Palacio Better

Columna: Desde el Centro Azul

e-mail: ramonpalaciobetter@yahoo.com



Estos tiempos son cruciales para profundizar en la democracia, el departamento del Magdalena y en especial la ciudad de Santa Marta su capital, viven un momento fundamental de su historia, especialmente cuando una ola de situaciones y manos manejos en todos los sentidos horrorizan a la gente y mandan al despeñadero la credibilidad y especial honradez de quienes de por vida han luchado por sostener una sociedad pulcra y digna de respeto a nivel nacional o internacional.

Verdaderamente que hoy más que ayer, nuestra sociedad, nuestras ciudades, nuestros pueblos requieren de connotados líderes, dirigentes con capacidad para gobernar y dialogar en su curriculum; líderes que profundicen sus actuaciones en la democracia y que como candidatos en las próximas elecciones de octubre del presente año, promuevan la restauración moral y credibilidad de nuestras instituciones, tanto públicas, como privadas. Muchos colombianos están cumpliendo con su deber en el bicentenario de nuestra independencia y varios de nuestros líderes también lo hacen, pero en medio de una democracia muy insegura, inestable y enormemente desprestigiada, denigrada y desacreditada en sus actuaciones.

Aún, en medio de un bajo crecimiento económico y altos niveles de pobreza y exclusión social que se palma en las calles y carreras de nuestras ciudades y pueblos del Magdalena. Por eso, la gran tarea pendiente es generar condiciones básicas que les permita a los nuevos líderes una con gran capacidad para saber gobernar y por fin alcanzar y restaurar los enormes daños que se la ocasionado a la dignidad de los magdalenenses que debe restituirse con especial prioridad y podamos además impulsar como debe ser en los próximos periodos de gobierno el pleno desarrollo de la ciudad y de nuestro Departamento. Es un desafío muy complejo, complicado y requiere de liderazgos de nuevo tipo, convenientes, adecuados, eficaces que permitan profundizar mucho más al interior de la democracia participativa sin que eso signifique necesariamente desorden, conflicto y violencia; que sepan de una vez por todas restaurar y para reponer de inmediato nuestros principios morales y la dignidad social, derrotando paralelamente la pobreza, e integrando a estas urgentes tareas, a las distintas capacidades y transparencias aún existentes en nuestra gente; para garantizar gobernabilidad mediante acuerdos duraderos y honestos; crecer sostenidamente con altos niveles de equidad y generar más empleos y de mejor calidad. Se trata entonces, de retos complejos que están muy por encima de las respuestas conocidas e intentadas hasta ahora. Asumirlo requiere de líderes con visión de futuro y no cortoplacistas, que entiendan este desafío como un proceso incluyente y colectivo, que tengan una gran capacidad para dialogar, claridad para identificar el camino correcto, y habilidad para convencer y comprometer a todos de la necesidad de moverse en esa dirección de cambios fundamentales en nuestros territorios.

En los últimos tiempos han surgido equivocados líderes que siendo gobernantes se han denunciado por el desempeño de actitudes autoritarias como ha ocurrido en varias ocasiones en nuestros territorios. En las próximas elecciones se deberá elegir a gobernantes ejemplo de respeto por las ideas de los gobernados y opositores, que logren que nuestra historia y cultura de una vez por todas pueda alcanzar la madurez institucional que anhelamos los samarios y magdalenenses. Este tema está ligado a la forma en que se hace política en nuestro Departamento y en donde poseemos un gran déficit. El departamento del Magdalena y Santa Marta especialmente, no está ajena a uno de los grandes peligros que hoy acecha a nuestras democracias en el planeta y primordialmente a todos los países latinoamericanos: la desconfianza que la gente tiene en nuestros gobiernos y en quienes ostentan credenciales de los partidos políticos etc. Es una realidad que nos preocupa a todos sin excepción y porque todos estos desordenes pueden terminar, como ya lo hemos visto en algunos casos, por socavar a gran profundidad la legitimidad de nuestra democracia y, en consecuencia, la gobernabilidad democrática y el desarrollo de nuestras regiones.

Es vital recuperar el prestigio y la honradez de nuestras instituciones aumentando la transparencia, la rendición de cuentas en la democracia interna; reivindicando con carácter urgente la calidad de la política democrática que se ejerce. Las fases en la que actualmente nos encontramos frente al desarrollo económico y social no pueden condenarse al subdesarrollo y la arbitrariedad. Debemos tener una economía poderosa, una democracia participativa y una práctica política de excelencia, que esté en total sintonía con las necesidades de la gente, que resuelva los problemas de fondo, capaz de enfrentar y resolver los conflictos, tensiones que ocurren en nuestras sociedades regionales. Ello requiere un clima de estabilidad y entendimiento, pero esto únicamente se juega en el plano de las actitudes de los gobiernos, de los partidos políticos, de los parlamentarios, de los gremios y de los trabajadores, de manera que todos ellos puedan estar a la altura de los requerimientos de una sociedad crecientemente más heterogénea, más educada e informada, más compleja, más exigente y más impaciente.

Alcanzar una democracia madura demanda generar espacios de diálogo, conducirlos y orientarlos, de manera de que todos estén convencidos de la necesidad de moverse en esa dirección. Los pueblos y ciudades crecen más y mejor cuando en ellos predomina una cultura de cooperación y confianza, cuando los actores políticos son capaces de moderar los intereses particulares con una perspectiva nacional propiciando un debate abierto, con altura y profundidad. Gusten o no, esas definiciones existen, aunque quizá no de manera tan ideologizada como fue en la segunda mitad del siglo XX. Lo importante es centrarnos en que la ciudadanía, que es la que escoge con su voto quién desea que la represente en el gobierno o en el Congreso, esté informada sobre qué representan unos y otros. Cualquiera de ellas que prevalezca debe centrar su acción política en el fortalecimiento del régimen democrático, en el crecimiento sobre bases sólidas, en la integración social sobre la base del incremento de la igualdad de oportunidades y en solucionar los problemas de los ciudadanos.