Víctimas y victimarios

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Andrés Quintero Olmos

Andrés Quintero Olmos

Columna: Pluma, sal y limón

e-mail: quinteroolmos@gmail.com



¿Por qué los dictadores, desde que son de izquierda, parecen tener una mayor aura poética que les da mayor respetabilidad? Se murió el tirano Fidel Castro y muchos no pudieron evitar mostrar su descarada y escondida admiración. Si Fidel Castro mata a miles de cubanos Yankees, es un gran líder del siglo XX.
Si Pinochet mata a miles de socialistas, es un dictador genocidista. Sí, vivimos en ese mundo de grotesca doble moral donde la materialización del lema “socialismo o muerte” puede fascinar a los que no aceptarían las mismas muertes si fueran ideológicamente contrarias.

Siempre he sabido que las sociedades discriminaban la muerte según la víctima porque, por ejemplo, no es socialmente lo mismo la muerte de una niña inocente que la de su cruel violador. Pero esta diferencia de tratamiento ya había sido explicada por Víctor Hugo, describiendo que existe un fenómeno humano que jerarquiza las vidas, esto es, no todas las muertes son iguales porque simplemente no todas las vidas valen igual: “Observen esta escalera de hechos: quebrantamos una piedra con más tranquilidad que cortamos un árbol; cortamos un árbol con más tranquilidad que matamos a un animal; matamos a un animal con más tranquilidad que a un hombre; matamos a un hombre con menos titubeos que a un genio (...) Este escalofrío creciente del hombre en presencia de esta ascensión de la muerte, yendo de la piedra al espíritu, es una revelación. Es la revelación de una ley, una ley profunda, una ley universal, una ley que fundamenta a las mismas leyes. ¿Cuál es esa ley? Aquí está: la cantidad de derecho se mide a la cantidad de vida”.

Pero que las sociedades discriminen la muerte según la ideología del victimario, es vergonzoso y la más grande insinceridad intelectual que pueda existir. ¿Cómo es posible que los líderes de izquierda sigan pensando de manera nostálgica que Fidel Castro pudo ser un gran político? ¿Es valioso oprimir la libertad de un pueblo durante medio siglo? Sólo en el 2015 se registraron 10 mil encarcelaciones de opositores políticos y activistas de derechos humanas en Cuba, según Amnistía Internacional. Mario Vargas Llosa dijo en alguna oportunidad: “yo defendí a la revolución cubana. Yo creía que representaba lo que varios estamos buscando: una sociedad irrigada por la libertad. La verdad es que quería creer lo que creía ver. Pero reconocí mis errores. Lo grave es perseverar en el error”.

Otro pensador, Jean-François Revel, decía que para ciertos intelectuales es más importante la manera de justificar su ideología que la moral detrás de aquella. Un típico ejemplo de esto sería las siguientes e hipócritas afirmaciones: “Fidel Castro pudo restringir libertades, pero mejoró la educación y el sistema de salud de su país” o “Pinochet pudo ser dictatorial, pero estabilizó la nación”. Patética manera de razonar al victimario, dándole ficticios derechos y espíritu, para indirectamente justificar a sus iguales víctimas. El problema es que parte de la izquierda internacional se cree el cuento de que hay una real diferencia entre el déspota comunista culto y los otros.

@QuinteroOlmos