¿Qué será lo que quiere el senador Uribe?

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Cecilia Lopez Montaño

Cecilia Lopez Montaño

Columnista Invitada

e-mail: cecilia@cecilialopez.com



Nada de lo que hace o dice el Gobierno le gusta al senador Uribe y obviamente, tampoco a ninguno de sus seguidores; obvio, más que un partido político, el Centro Democrático es una especie de secta que sigue ciegamente a su pastor.
Lástima que personas tan valiosa como el senador Iván Duque y la senadora María del Rosario Guerra hayan caído en ese redil. Además de su conocida oposición al Acuerdo uno, dos, y posiblemente al tres y cuatro, se suma su rechazo a la propuesta de reforma tributaria que ha presentado el gobierno para discusión en el Congreso de la República. Están en su derecho no más faltaba, pero no es sino mirar su contra propuesta para entender que detrás de su negativa está su decisión de que todo lo que tiene que ver con el presidente Santos, es un horror para ellos.

¿Qué será lo que quiere Uribe? parodiando la famosa canción que se pregunta lo mismo, pero con referencia el ‘negro’. Es absolutamente obvio: es el poder a todo costo sin restricciones lo que está detrás de sus actitudes, reflexiones y posiciones. Absolutamente legítimo es que luche por tener el máximo poder político, el control y el manejo del gobierno nacional y probablemente de muchos gobiernos regionales. Ese no es el problema porque de ese se trata la política. Lo malo es que esta obsesión se lleva por delante al país porque se olvidan las necesidades reales e inmediatas de una sociedad sometida a un conflicto interno demasiado largo y complejo, y a un contexto internacional desfavorable.

El antes presidente Uribe y ahora Senador, siempre se precia de ser patriota, de su gran amor por el país y su gente, pero lejos de dar una sana lucha para que la situación mejore, es la ambición la que prima sobre las actuaciones de su partido. Con esa capacidad de liderazgo que tiene y que muchos envidian, con su forma intensa de trabajar, con su control férreo sobre su gente —que sin embargo a veces se le descarrila—podría ser mucho más constructivo en este país que se enfrenta al mayor reto de su historia reciente: construir la paz y lograr un desarrollo verdaderamente incluyente.

Pero no solo es su desmedida ambición por el poder lo que preocupa sino su método seguido al pie de la letra por sus seguidores. Demasiadas descalificaciones, demasiado rencor, demasiada rabia ahora sí elevada al extremo con la llegada a sus huestes del exprocurador Ordóñez. Verlos de cerca es un tormento para quienes queremos un país reconciliándose y no armando más conflictos. Esto fue evidente en la reunión de la Cámara de Representantes de la semana pasada. Siempre recuerdo una de esas frases sabias de mi padre q.e.p.d.” exagerar es mentir”, y eso es lo que se siente cuando en sus declaraciones, el Centro Democrático acaba con todo.

Manejar esta sociedad colombiana, tan estratificada en el peor de los sentidos, y por lo tanto tan injusta, con una población llena de dolor y resentimientos, llegar al poder con odio y sobre todo llenarla de dudas, es lo más grave que le puede pasar a este país. Con razón se sorprende el mundo de que ad portas de iniciar la construcción de la paz, el pesimismo o por lo menos la falta de entusiasmo de los colombianos, es el sentimiento más vidente. ¿Se quiere el poder para acabar con todo lo que existe hoy en el país y hacer borrón y cuenta nueva? Se le olvida al expresidente Uribe hoy senador, que él tienen mucho que ver con lo bueno y con lo malo que hoy existe en Colombia porque manejó este país, con su peculiar estilo, durante ocho años, del 2002 al 2010.

Menos rabia, menos indignación, sería una gran contribución del Centro Democrático, en momentos en que se plantea seriamente la posibilidad de la reconciliación de los habitantes de este país. Y lo peor es que muchos que han hecho de Colombia lo que es hoy porque han sacado provecho excesivo de su situación privilegiada, siguen a este partido para que persista el ‘statu quo’.