¿Por qué nos agredimos?

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Andrés Lafaurie Bornacelli

Andrés Lafaurie Bornacelli

Columna: Opinión

e-mail: andreslafaurieb@gmail.com


No tengo forma de saber de qué manera inculcan valores en las casas de muchos de mis compatriotas, lo que sí es claro es la falta de civismo, respeto y discriminación que vivimos en nuestra sociedad, bien sea por razones políticas, raciales, sociales o meramente personales.

Siendo una columna de opinión me es completamente válido expresar cual es mi percepción sobre esta deleznable problemática que está carcomiendo nuestra sociedad. Encuentro reprochable, desde cualquier punto de vista, la absurda necesidad de atacarnos entre nosotros mismos, entre conciudadanos, entre humanos, entre personas de la misma especie, las cuales compartimos los mismos derechos y libertades.

No aplaudiré hoy ni mañana la agresión física que sufrió el exrector de la Universidad del Magdalena, de quien no soy su defensor ni su fiscal y a quien no conozco, por cuanto la violencia no es justificada en ninguna de estas circunstancias. Muchos alegan que su gestión fue pésima, que hizo de su rendición de cuentas un escenario político y, al parecer el mayor descontento, fue el hecho de haberlo realizado en un lugar con poca capacidad para albergar a todos aquellos que, entre amores y odios, deseaban presenciar el acto.

Considero fervientemente que lanzar docenas de huevos contra una persona solo demuestra el preocupantemente bajo nivel educación y civismo que está latente en nuestra sociedad, pero al mismo tiempo estoy convencido de que son una minoría quienes pretenden, a través de vías de hecho, someter ilegítimamente a las autoridades, humillar las instituciones y quitarle la dignidad a quienes, de buena o mala manera, tratan de llevar a cabo una gestión exitosa en cada una de sus dependencias y áreas de experticia.

La educación es un factor primordial en el éxito de una sociedad, aunque en igual medida lo son los valores que nos inculcan en nuestros hogares. Esto no se reduce únicamente a lo acontecido en días anteriores en la Universidad del Magdalena, esto va más allá de todo eso. La problemática del respeto por las diferencias va desde el insultar al hincha del equipo de fútbol contrario, agredir verbalmente al camarero que comete un traspié, al que votó No al plebiscito, al abogado por no conseguir el resultado deseado, a los miembros de la comunidad lgbti por no compartir los mismos intereses y, en fin, infinidades de formas vulgares y horrorosas de discriminación y falta de respeto.

Es en igual medida importante recalcar que aquí no se trata de que si un funcionario hace una mala gestión no se pueda ejercer el derecho de protesta o que se deban reprimir las ansias de hacerse escuchar y demandar una mejor prestación de un servicio, se trata sencillamente de ser ciudadanos respetuosos de las autoridades y de los procedimientos, se trata de acudir a los organismos de control y denunciar si se posee indicios de actividades sancionables disciplinaria, fiscal o penalmente.

Toda la problemática se reduce a un tema de valores y de proceder. Por no gustarme la forma en que el profesor imparte una cátedra no me da el derecho de lanzarle el borrador en la cabeza ¿o sí? Somos jóvenes tratando de cambiar el futuro de nuestra sociedad, pensemos antes de actuar y seamos consecuentes con los valores y la democracia.

¡Feliz martes!