¿Martes negro?

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



Mañana probablemente sabremos con seguridad quien será el próximo residente de la Casa Blanca. Un resultado trascendental que impactará el devenir del mundo en los próximos cincuenta años.


Es sabido que los imperios –o naciones hegemónicas para usar términos técnicos- colapsan desde adentro; cuando son conquistados es porque ya estaban debilitados y en declive. Mañana los estadounidenses decidirán si mantienen los valores y la ética que le ha permitido a Estados Unidos ser la nación poderosa que es, o si continuarán el camino de declive iniciado por la era Obama. Trump representa lo primero y Clinton lo segundo.

Los estadounidenses decidirán si el ideal del sueño americano –disciplina, trabajo e inteligencia del individuo son el camino del éxito personal y económico- sigue vigente, o por el contrario, ese ideal debe ser abandonado y sustituido por la cultura del asistencialismo social. La primera opción la representa Trump y la segunda Clinton.

La siesta tomada por los Estados Unidos durante la era Obama, nos deja un mundo mucho más peligroso e inestable que el vivido durante la Guerra Fría. Internamente, Obama duplicó la deuda de los Estados Unidos, y no tiene nada para mostrar; algo parecido a lo sucedido en Venezuela. Con los más de nueve trillones de dólares que Obama adquirió en deuda nueva, ha podido darle una casa gratis a más de la mitad de la población estadounidense y dinero para comenzar su propio negocio. Suficiente para haber sacado a los Estados Unidos muchas veces de la Gran Recesión y haber logrado que el país creciera por encima del 3%. Obama es la versión gringa de Maduro.

De lado la corrección política, Obama tiene tres grandes logros en su haber: el primer presidente negro, un inmerecido premio Nobel de Paz, y su mayor y más grande logro, haber mejorado ostensiblemente su hándicap como golfista.

En la balanza de estas elecciones está también el elegir a los próximos jueces de la Corte Suprema, que o bien adoptarán decisiones judiciales que favorezcan la implementación del modelo de estado asistencialista que ha fracasado en todas partes y en todas sus versiones, o favorezcan el mantener los valores tradicionales. Esto no es poca cosa, y quizás es el factor más determinante del derrotero que seguirá la nación. El ADN de la nación puede cambiar radicalmente.

Esta elección evidencia como los cambios demográficos tienen en jaque al sistema político bipartidista. Por el lado demócrata, este partido se ha movido a la izquierda, mientras que el republicano se ha movido al centro. Esto ha creado luchas intestinas en ambos partidos entre los puristas y los evolucionistas. Tal vez para ilustrar el punto, el partido de Hillary no es el de Bill; es más, se puede afirmar que Bill está más cerca de Trump que de Hillary, en términos de políticas públicas y pensamiento económico, con algunos ajustes obviamente.

Los enemigos externos de los Estados Unidos prefieren a Hillary porque a los ratones les gusta cuando el gato duerme. Los enemigos de Estados Unidos sueñan con unos Estados Unidos debilitados que les permita hacer de las suyas. Si Hillary es elegida, los Estados Unidos se paralizarán por cuenta de las investigaciones criminales contra la electa presidenta, y ni que decir que tendrá que enfrentar a un Congreso que no le dará ni la hora. La parálisis sería de tal magnitud que sería muy dañina para el país. Calamitoso además sería, que Hillary resultara siendo acusada y destituida, lo cual es un escenario bastante real y probable. No solo sería la primera mujer elegida presidente sino además la primera criminal también, gracias a la protección que le brindó el sistema corrupto. Tengo deseos de que Estados Unidos elija una mujer presidente, pero una que represente a las mujeres dignamente y no a una Hillary.

Mañana sabremos si ganó el hombre de negocios que se atrevió a desafiar al sistema corrupto dentro y fuera de su partido, o si ganó el sistema y por tanto seguiremos siendo gobernados por políticos corruptos y los grupos de interés a los que pertenecen.

Lo cierto es que si gana Hillary, hay una alta probabilidad de que su presidencia de ella, sea una de las más cortas de la historia.