Una nueva educación

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Escrito por:

Andrés Lafaurie Bornacelli

Andrés Lafaurie Bornacelli

Columna: Opinión

e-mail: andreslafaurieb@gmail.com


La educación es, sin duda alguna, uno de los pilares fundamentales de cualquier sociedad que pueda llamarse justa, culta y civilizada. A lo largo de los últimos años hemos visto cómo en Colombia los gobiernos de turno han desatendido los llamados de los académicos, expertos, maestros y de la propia sociedad, en el entendido de la imperiosa necesidad de realizar una reforma profunda y completa del sistema educativo en el país.


Colombia necesita una reforma que vaya mucho más allá de la famosa ideología de género que impulsó, o al menos pretendió impulsar, el gobierno actual. El sistema educativo necesita brindar mayores oportunidades de estudios de posgrados para todos los maestros del sistema público, gestionar y otorgar mayores presupuestos a las instituciones educativas públicas en todos los niveles, revisar y modificar, de ser el caso, los énfasis educativos con miras a un país en posconflicto, garantizar la alimentación para todos los estudiantes que así lo requieran sin ningún tipo de discriminación y, más importante aún, garantizar la gratuidad de la educación pública en el territorio colombiano.

No soy completamente amigo del programa “Ser pilo paga” que impulsó el gobierno de Juan Manuel Santos, pues si bien otorga beneficios para los estudiantes de escasos recursos que verdaderamente han obtenido resultados sobresalientes en sus pruebas de Estado, no es menos cierto que la gran mayoría de ellos pasan a estudiar en universidades privadas en las diferentes capitales del país. Por más que se piense que se está haciendo un bien mayor, lo que se está generando es un negocio redondo para las instituciones privadas, pues se están quedando con todo el dinero que el Estado destina para tales fines educativos, mientras que la educación pública sigue pidiendo a gritos un presupuesto digno que les permita desarrollar a cabalidad todas las actividades necesarias para garantizar un esquema educativo de calidad.

Indiscutiblemente, creo que la inversión que actualmente hace el Estado en el programa “Ser pilo paga” tendría un mayor beneficio social si se invirtiera en la gratuidad y mejoramiento de la calidad del sistema educativo público del país, de esa manera se generarían más cupos en todos los niveles (educación inicial, educación preescolar, educación básica, educación media y educación superior), se estaría beneficiando no a una ni a dos personas, sino a cientos de miles que de ahí en adelante podrán acudir a las instituciones públicas con la certeza de que recibirán lo que por derecho les corresponde.

Además, no podemos olvidar que se les acabaría el negocio a las universidades privadas que actualmente están “enchufadas” al estado colombiano. Estado que, entre otras cosas, funciona con el dinero que todos nosotros, llamados contribuyentes, pagamos para que garantice que todos los que así lo deseen puedan estudiar sin necesidad de roscas, de listas de espera, de segundas opciones, o peor aún, que nunca puedan acceder a la educación pública.

Hago un llamado no solo a la clase política del país, sino a cada uno de los que hoy leen esta columna, pues con su voz y su voto podemos garantizar un mejor futuro y generar un ambiente de creciente prosperidad.

¡Feliz martes!


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