Me duele el otro

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Alberto Linero Gómez

Alberto Linero Gómez

Columna: Orando y viviendo

e-mail: palbertojose@hotmail.com



Mucha gente tiene la memoria frágil y puede olvidar fácilmente lo que le ha hecho a los demás. Son personas que después de agredir, maltratar, ofender, herir a sus compañeros de camino en la vida, pretenden que los otros olviden eso como si nada hubiera pasado. Pretenden que las cosas vuelvan a ser como antes de la agresión y que la relación se mantenga en los mismos términos sin ninguna actitud de arrepentimiento y de un proceso de perdón. Estas personas no le dan mucha importancia al dolor del otro, no se detienen a pensar en todo lo que sus acciones y palabras ocasionaron en el corazón de la otra persona. Pasan de largo y están seguros que los demás tienen que hacer igual.


Hay que seguir viviendo, hay que seguir compartiendo y creo que se debe perdonar so pena de ser tachados como ultrasensibles y exagerados. No se puede vivir con una llaga abierta en el alma por la acción de las otras personas. Tenemos que aprender a respetar el dolor del otro y a la vez aprender a perdonar. Así como tú deseas que esa persona te pida perdón por todo lo que te ha hecho, también tú tienes que estar dispuesto a pedir perdón. A este respecto quiero hacer varias reflexiones:

1. Tenemos que ser capaces de respetar el dolor que le hemos causado a la otra persona y de esperar el tiempo que la otra persona se tome en trabajarlo y sanar la herida que le hemos causado. No podemos creer que una herida se cierra cuando le decimos al otro: ¡perdóname! Es necesario un proceso de duelo que se toma su tiempo y que hay que comprender. Ahora, tienen que haber unas muestras objetivas de que merecemos el perdón, no creo que sea sano para nadie dar el perdón y “aguantarse” las mismas acciones hirientes y agresivas de la otra persona.

2. Somos seres únicos e irrepetibles, y por ello no podemos obligar a nadie a que tenga los mismos tiempos y las mismas maneras de digerir las acciones que los otros les hacen que nosotros. Cada uno tiene su propia manera de vivir los procesos de perdón y tenemos que respetarlo. No procesamos la vida de la misma manera y eso lo tenemos que respetar para poder convivir con los otros.

3. La dimensión espiritual es fundamental para vivir todo esto. Desde la capacidad de trascender se puede ver mejor todas las situaciones que estamos viviendo. Nadie es espiritual si es indiferente al dolor del otro.

Este es un proceso que debemos iniciar enseguida. La espera se acabó.