Democracia y participación

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Saúl Herrera Henríquez

Saúl Herrera Henríquez

Columna: Opinión

e-mail: saulherrera.h@gmail.com



Los datos en materia administrativa pública, sean cuales fueren, por sí mismos no dicen mucho y menos cuando provienen de la administración imperante,
excepto que se sometan de manera necesaria y conveniente a un análisis cuidadoso caso por caso, lo que debería ser analizado con arreglo a realidades, toda vez que si algo no podemos hacer, menos aun cuando se trata del análisis del sistema de gobierno bajo el cual nos regimos, es caer en explicaciones simplistas.

El tema de los buenos o malos gobiernos tampoco debe hacerse de manera simple, toda vez que tal calificación está copada por mil y más variables: disparidades, inequidades y desigualdades que crecen. Corrupción galopante, así como disconformidades, discrepancias y diferencias, que dan al traste cualquier proceso democrático, sobre todo, cuando el mismo no está nutrido como debería y tendría que ser, de una amplia participación democrática activa por parte no solo de la ciudadanía y comunidad entera sino de las distintas fuerzas vivas actuantes e interactuantes en el territorio.

Llevaría lo cual a entender con mayor propiedad y conocimiento de causa, que hay además que enfrentar un grave problema político-social, como es la impunidad que estimula a los poderosos a seguir; y como alguien dijera, es la ruta antigua de los perversos. Otro aspecto es la lucha entre intereses, en la que los resultados se resuelven casi siempre a favor de quien puede concitar para sí poderosas estructuras y la mayor cantidad de recursos de toda índole, que le terminan garantizando a la postre su victoria. La impunidad, como también se sostiene, es soplo que alienta el fuego de los asesinos, de los corruptos y de todos aquellos que están dispuestos a todo, mientras las consecuencias a enfrentar sean mínimas.

Obliga lo dicho, a ahondar en las causas de la poca participación ciudadana, a efecto de potenciar activamente la democracia y fomentar su vinculación en los asuntos públicos, aumentar la cultura política, dejar de lado la apatía a este tenor, hacer que los ciudadanos se decidan a intervenir, generar acciones que tiendan a poner en tela de juicio el orden establecido; procurar canales efectivos para expresar las demandas contenidas, asumir actitudes de inquietud para cambiar su situación. Auspiciar la participación social y construir un pluralismo político, en un contexto democrático, en lo que necesario será superar los obstáculos de autoritarismo de los gobiernos, educar y capacitar a la sociedad en una cultura de participación social, para tener en lo posible una base societaria crítica, propositiva y responsable, con nuevas formas incluyentes de administrar y gobernar. Igualmente, definir una agenda de cambio político-administrativo con procesos sustentables basados en la democracia, equidad y valores, sin hacerle el juego a las siempre perniciosas prácticas demagógicas.

Urgente y prioritario a todas luces, entender que las circunstancias sociales influyen en estimular o inhibir las actitudes de la sociedad en involucrarse en los asuntos públicos y que el grado y la forma de participación política de los ciudadanos deberán estar significativamente influidas por sus circunstancias sociales en contexto de control social donde el protagonismo deberá recaer en la ciudadanía y comunidad en general.