Sin mentiras

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Escrito por:

Tulio Ramos Mancilla

Tulio Ramos Mancilla

Columna: Toma de Posiciones

e-mail: tramosmancilla@hotmail.com

Twitter: @TulioRamosM



Durante estos días se puede apreciar de todo en Colombia respecto de la cuestión del sí o no en el plebiscito.


Un falso argumento con viso de veracidad bastante recurrente es aquel que plantea que, si la gente vota por el sí al acuerdo firmado por el gobierno y las Farc en Cuba, inmediatamente Timochenko será presidente de la República. Los patrocinadores de tamaña mentira incluso quieren dotar de autoridad a su enclenque razonamiento: citan el “punto 36 de la página135” del Acuerdo, para hacer referencia al numeral 5.1.2. Justicia, que hace parte del acápite de las víctimas del conflicto. Allí, en ese sub-numeral 36, de la Jurisdicción Especial para la paz, y, en especial, del contenido, alcance y límites de los indultos y amnistías, se dice: “La imposición de cualquier sanción en el SIVJRNR (Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición) no inhabilitará para la participación política ni limitará el ejercicio de ningún derecho, activo o pasivo, de participación política, para lo cual las partes acordarán las reformas constitucionales pertinentes”.

Como cualquier lector puede ver por sí mismo –sin necesidad de que nadie se lo explique-, se trata de dos cosas completamente distintas. Por una parte, el Acuerdo es claro en poner en consideración de los colombianos (de todos ellos, no de uno sí y de otro no) la espinosa cuestión de si se les va a dar la oportunidad a los señores de las Farc de hacer política, y en ese sentido, de hacerla en toda su extensión. Por eso el punto se llama participación política y no “ríndanse incondicionalmente”; por eso se trata de un tratado de paz –previas y exhaustivas negociaciones- y no de un documento de capitulaciones en el campo de batalla. Una vez puesto en limpio que lo que interesa es que los integrantes de todo nivel de las Farc dejen de enfrentarse al Estado, para que, en cambio, toleremos que hagan parte de él (como muchos otros delincuentes ya lo han hecho, y lo hacen), es a la gente a la que le corresponde decidir si podrá o no aceptar eso.

Así, de otro lado, quienes pregonan que Timochenko va a ser presidente automáticamente si se vota sí al plebiscito, mienten: en caso de que el pueblo colombiano resuelva dar participación política plena a las Farc, en lugar de preferir la perpetuación de la guerra, lo que readquieren Timochenko y sus lugartenientes es el derecho a que el mismo pueblo los juzgue en las urnas. A que se hagan contar los votos, apenas, sin ventaja alguna. Además, es de resaltar que en el texto de la negociación se hace la discreta admonición de que, para que aquello se materialice, deberá hacerse primero la reforma constitucional pertinente; lo que significa que será el Congreso de la República (otra vez, el pueblo colombiano) el que decida en qué términos se dará finalmente esa participación política que en principio es plena, como se ha dicho, pero que no podrá ser preferente en ningún caso.

Por lo tanto, nos encontramos frente a otra mentira que en un país serio debería sancionarse, por intentar sembrar el pánico. Aquí nadie quiere ver a Timochenko como presidente. Yo, de hecho, no quisiera ver a ninguno de las Farc en nada, pero es de esto de lo que se ha venido hablando: hay que elegir el mal menor para aspirar a salir del atolladero. O no hacerlo, pero con la verdad en las manos, y entonces prever las consecuencias del no a plena conciencia.

disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de tus amigos, o la tuya propia. Ninguna persona es una isla en sí mismo, la muerte de cualquier persona me afecta porque me encuentro unido a toda la humanidad (...)”

El poeta agrega, ¿que no preguntes por quién doblan las campanas?, porque doblan, por ti, que es igual a decir que doblan por cada uno de nosotros.

Para que la guerra no siga alimentado las fuerzas que hacen sonar las campanas que anuncian la muerte que se deriva del conflicto armado, es por lo que invito a votar por el sí a los acuerdos que se someten a plebiscito. Votar por el sí es el camino para frenar la escalada de muertes que deja la guerra. Es votar por la vida, la dignidad humana y la tolerancia.

El 2 de octubre tenemos una bella oportunidad para caminar hacia la superación del conflicto armado no internacional que sufrimos. Es una oportunidad para el perdón y la paz. Es tiempo de paz, es tiempo para la dignidad humana, es el tiempo para fortalecer una cultura de tolerancia para el Estado de Derecho, nuestro Estado lo es. Se hace camino a la paz y ese camino se abre al votar, en forma masiva, por el sí. Sí, a pesar de las imperfecciones del acuerdo. Somos humanos, no somos perfectos y nuestros actos tampoco. Digamos, sí, sin miedos.


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