Ni todo bueno ni todo malo

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Andrés Quintero Olmos

Andrés Quintero Olmos

Columna: Pluma, sal y limón

e-mail: quinteroolmos@gmail.com



No se puede decir que todo lo contenido en los acuerdos entre el Gobierno y las Farc es bueno, como tampoco se puede decir que todo es malo. Ante este constato, el Centro Democrático (CD) ha perdido la oportunidad ante la opinión pública de mostrarse más incluyente y menos testarudo.
Y esto lo digo yo, que he sido uno de los columnistas más críticos con las negociaciones de La Habana.

Por un lado, este partido debería reconocer que el simple hecho de haber firmado algún pacto con las Farc para su desmovilización es en sí mismo un logro histórico. El hecho que el uribismo esté pidiendo que se reorienten las negociones si gana el No en el plebiscito muestra, de alguna manera, que no todo lo pactado en La Habana es negativo. Pero el partido tiene que hacerlo explícito y oficial. Asimismo, le ha hecho falta al CD, que representa a millones de colombianos, explicar -punto por punto- cuáles elementos consideraría como aceptables y cuáles no. Y esto, con el objetivo de salir del círculo vicioso del crítico monólogo. Porque en caso tal de que gane el NO, el CD tendrá que asumir responsabilidad y proponer soluciones. Por eso debe, desde ya, plantear un plan de renegociación detallado para que el pueblo colombiano entienda y vea como posible y positiva su postura.

Por otro lado, y por culpa de la intolerancia santista, en el imaginario colectivo de muchos el CD se ha graduado como el partido “enemigo de la paz”, muy a pesar de que esto sea evidentemente falso. Desde hace mucho tiempo, algunos hemos sostenido que para salir de este estigma, y si tiene verdadera vocación de poder, este partido no puede sino girar ideológicamente hacia el centro. Para eso, y además de escoger a gente más moderada entre sus representantes -pienso aquí en Carlos Holmes e Iván Duque-, es necesario que en su seno se apacigüen las lenguas de quienes defienden exclusivamente posturas derechistas y de quienes confunden religión con política.

De manera general y en cuanto a los acuerdos de La Habana: sigo sin entender cómo 8 mil personas armadas pudieron obtener tanto y negociar tantos temas trascendentales ante un Estado que representa a 48 millones de habitantes. Sea esto para bien o para mal, según las opiniones de unos u otros porque, al fin y al cabo, como decía al autor francés Céline, “aquello frente a lo cual se prosterna una sociedad, define su verdadera naturaleza”. Pero tras leer los textos, nadie podrá negar que su implementación será evidentemente descomunal para un Estado como el nuestro: tan históricamente débil. Por eso, y sin dificultad alguna, imagino pronto a las Farc gritando de inconformidad frente al incumplimiento de los acuerdos, lo cual nos llevará de forma irrevocable hacia otorgarles mayores concesiones o legitimar en alguna medida su retorno al monte.

Propuesta: como el Papa Francisco declinó escoger a los magistrados de la JEP, propongo que este sea reemplazo por la Corte Penal Internacional.

@QuinteroOlmos