Comentarios sobre el paro camionero

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Escrito por:

Carlos Holmes Trujillo

Carlos Holmes Trujillo

Columa: Opinión

e-mail: carlosholmes51@icloud.com


Que hayan transcurrido ya 44 días desde cuando se inició el paro, sin que se vislumbre, por el momento, una solución razonable, demuestra que el diálogo social y la “concertación”, que está consagrada en la Constitución del 91 quedaron en el olvido.


Para hacer claridad y evitar confusiones, lo que acaba de afirmarse no significa que no se esté conversando.

El sentido de lo antes dicho apunta a señalar que no se ha conseguido, en este y otros casos, que la cultura que pretendió sembrarse con los preceptos de la Carta fundamental vigente no ha florecido como se soñó hace 25 años.

Y eso es malo para Colombia.

Basta darle una mirada a los gigantescos costos que acarrea la parálisis actual de un servicio fundamental para el buen desenvolvimiento de la economía nacional.

La idea que se tenía en los tiempos de la constituyente consistía en que los diálogos permanentes con los distintos sectores productivos y sociales permitirían hacer ajustes graduales, evitando así la explosión de los conflictos.

Infortunadamente, las realidades demuestran que, en las circunstancias que nos ocupan, no se ha hecho lo que es, a todas luces, aconsejable.

Desde luego que hay que rechazar las vías de hecho y la violencia.

La protesta legítima tiene que ser, además, pacífica.

Pero, que se haya llegado a la situación actual pone en evidencia que quien tiene la obligación de crear las condiciones para que se adelante un “diálogo social” constructivo y tranquilo, es decir, el Gobierno, no lo ha hecho debidamente.

Si la información pública es exacta, hay que decir que los reclamos de los camioneros se fundamentan en que su actividad no es rentable.

Lo anterior obedecería al incremento de los costos de operación y al exceso de oferta en el transporte de carga.

A lo ya dicho, se sumarían los problemas derivados de la política de reposición de vehículos, todo lo cual impacta las tarifas que llegan a las manos del transportador.

Existen, de otro lado, problemas relacionados con la matrícula irregular de camiones.

Un buen resumen sería el que le escuché a un miembro del gremio, en Fusagasugá, el fin de semana pasado.

Con gran preocupación dijo: el problema que tenemos es que los costos son modelo 2016 y los ingresos por fletes son modelo 2008.

Claro que el paro está afectando a muchos colombianos, razón por la cual debe hacerse un esfuerzo para solucionarlo rápidamente.

Como también es evidente que las vías de hecho tienen que rechazarse.

Falta decisión del Gobierno y del propio Presidente.

Es hora de que el Jefe del Estado se suba las mangas de la camisa y se siente a arreglar el problema.

El deber de quienes gobiernan es encontrar soluciones equilibradas.

Claro que es difícil, pero Colombia necesita que la producción sea competitiva, el transporte rentable, los alimentos tengan precios razonables, los pequeños y medianos propietarios de camiones puedan desarrollar su actividad sin ser aplastados por grandes conglomerados, y que la actividad económica fluya normalmente en toda la cadena.

Ese es el desafío para que nuestro país pueda vivir, realmente, en paz.