¡Qué bonita es mi ciudad! Una y otra vez me siento orgulloso de este pedacito de tierra, que tiene un hermoso mar y que está bordeado por la gran Sierra Nevada, ese imponente macizo montañoso, lleno de hermosa vegetación y especies de animales exóticos.
Pero hay otros planes a parte del mar.
Caminar por el Centro Histórico, recordando los viejos tiempos de la colonia, así como visitar su Museo, donde fue velado en cámara ardiente nuestro Libertador y en el que están las piezas más tradicionales de la cultura Tayrona. A pocas cuadras están la Alcaldía que es un hermosa edificación, otrora la cárcel, y como no apreciar el Camellón y la cantidad de barcos que desembarcan en nuestro Puerto.
En la parte de atrás de la Gobernación podemos ver el Nepomuceno antigua casa de la Cultura, con sus exposiciones, o en toda la primera con el Museo Etnográfico.
Visitar la Quinta de San Pedro es imaginarse los últimos días de Bolívar. Observar y caminar por los lados de esos frondosos árboles es algo majestuoso. Ir al Museo Bolivariano es una sensación de alegría infinita.
¡Eso sí! Salga temprano pero desayune nuestro cayeye, la insignia de nuestra fruta y lo que nos identifica hasta en la literatura de García Márquez. Y vuelvo y repito, que linda es mi ciudad.