Una vez más Colombia enfrenta el grave predicamento en sus relaciones comerciales con los EEUU de quedarse sin la ratificación del TLC que firmó en 2006 y sin la extensión de los beneficios arancelarios que se derivan de la ratificación promulgada en agosto de 2002. Se le metió en la cabeza al entonces ministro de Comercio, Industria y Comercio, Luis Guillermo Plata, que "extender las preferencias arancelarias por más de un año es inconveniente, porque eso puede convertirse en un sustituto del tratado bilateral". Todo, para después estar haciendo fuerza, como está pasando ahora, debido a las trabas que han impedido que el Congreso estadounidense extienda una vez más dichas preferencias.
Así como en su momento la Ley de Ajuste de Subsidios y Servicios, más conocida como TAA, malogró el trámite de ratificación del TLC por parte del Congreso de los EEUU, ahora se ha convertido en la manzana de la discordia entre demócratas y republicanos impidiendo la aprobación de la extensión de los beneficios del Atpdea que los demócratas han atado a la suerte del TAA al incluirlo en el mismo proyecto. Se trata de una norma que busca proteger a los trabajadores norteamericanos que queden cesantes como consecuencia de la entrada en vigor de los TLC. En este pulso entre demócratas y republicanos Colombia está atrapada entre dos fuegos sin saber qué hacer. Ahora Colombia ha quedado en el peor de los mundos.