Aunque no sea lo más popular, a legislar con rigor

Columnas de Opinión
Tamaño Letra
  • Smaller Small Medium Big Bigger

Escrito por:

Sofía Gaviria Correa

Sofía Gaviria Correa

Columna: Opinión

e-mail: gaviriacorrea@gmail.com



Desde que la Comisión VII del Senado, de la cual formo parte, decidiera aplazar la decisión sobre un proyecto de ley que buscaba la prohibición del asbesto en Colombia, quienes tomamos esa determinación hemos sido objeto de comentarios ofensivos y poco ponderados. Quiero, entonces, compartir con ustedes las consideraciones que nos llevaron a esa deliberar en esa dirección.


Aunque, según estudios científicos internacionales, todos los tipos de asbesto son cancerígenos, el más nocivo para la salud, ese que ha causado la mayoría de los casos de enfermedades ocasionadas por este material, es el de los asbestos anfíboles. En nuestro país, estos no se utilizan desde hace tres decenios y han sido regulados por normas, como la Resolución 2400 de 1979 y Ley 436 de 1998. Desde entonces, la única variedad de asbesto manipulada en Colombia es la del crisotilo, reconocida por ser la menos nociva para la salud.

La OMS, entre otros, señala que los trabajadores del asbesto son quienes tendrían mayores riesgos de salud relacionados con este, por manipularlo en su condición volátil y que es mínimo el impacto del asbesto en las personas que viven en edificaciones con tejas, tanques o tuberías de esta materia.

Por ello, a la hora de emitir un concepto, es importante revisar casos como el del municipio antioqueño de Campamento, donde funciona la cantera de asbesto Bricolsa, generadora del 99.5% del recaudo municipal por concepto de Industria y Comercio. En el más de medio siglo que lleva esta cantera en funcionamiento, en ese municipio no se ha registrado ningún caso de enfermedad asociada al asbesto.

En otros municipios, como Manizales, Yumbo y Sibaté, en los que operan fábricas que transforman el asbesto bajo estrictos protocolos de seguridad y salud ocupacional, la prevalencia de enfermedades ocasionadas por este también es mínima.

Esta información hace necesario un estudio riguroso sobre el impacto del asbesto en la salud de todos los trabajadores relacionados con el mismo, no solo para que los senadores podamos votar con base en datos claros y confiables, con los cuales no contamos, sino para asegurar que la salud de esos trabajadores no esté actualmente en riesgo.

En consecuencia, los senadores acordamos con el Ministerio de Salud adelantar, en el plazo de seis meses, dicha investigación, además de la sistematización de los estudios nacionales pertinentes que existan hasta el momento.

Paralelamente a esto, debemos también evaluar los sustitutos del asbesto, la mayoría de los cuales también se encuentran en el país y han sido señalados como posibles cancerígenos.

Es apenas justo conceder el beneficio de la seguridad científica, al país, y el de la seguridad jurídica, a los empresarios que han invertido sus recursos en este sector y a las 65.000 familias cuyo sustento depende del mismo. Pero la disyuntiva no es entre el derecho a la vida y al trabajo, sino la de tomar decisiones basadas en datos científicos o decisiones emotivas y políticamente correctas.

Espero que en la Colombia nueva que proyectamos, las discusiones fundamentales se hagan con aplomo y con serenidad y no con insultos y con bullying a través de las redes sociales.