Trasplante de órganos, bioética y legislación

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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



El 3 de diciembre de 1967 el cirujano surafricano Christian Barnard anunciaba el primer trasplante de corazón. El mundo entero seguía con sumo interés la evolución de Louis Washkansky, de 55 años, falleció 18 días después por un problema pulmonar, pero se abría una era nueva en la medicina. Ya se conocía de otros intentos; un trasplante de riñón exitoso entre gemelos idénticos, y otros fracasados de pulmón, corazón-pulmón en bloque o hígado. Muchos pioneros que tomaron esos fiascos como oportunidades.

En su “Leyenda dorada”, Jacobo de la Vorágine cuenta que los santos Cosme y Damián, hermanos médicos del Asia Menor, reemplazaron la pierna de un enfermo de cáncer con la de un etíope fallecido. El siglo pasado experimentó grandes avances: Karl Landsteiner describe el sistema ABO (el “Rh”, en la nomenclatura popular), permitiendo en adelante la trasfusión segura de sangre y derivados, nada diferente a un trasplante. Van Roux descubrió los sistemas de compatibilidad entre tejidos de personas distintas: HLA. Con la ciclosporina A se logra alta aceptación de los órganos trasplantados. La mesa estaba servida para los trasplantes exitosos.

Hasta 1975, la ciencia avanzaba con experimentación directamente en humanos sin que necesariamente hubiera fases previas en animales. El asunto crítico de muerte cerebral aún no estaba claramente definido; la legislación sobre bases científicas determinó que la donación de órganos ya no era mutilación. Gracias a la mínima tasa de rechazos, los asuntos bioéticos ahora se relacionan con la enorme necesidad de órganos frente a la escasez de donantes, una adecuada selección de pacientes y los altos costos de esos procedimientos frente a recursos limitados.

La Declaración de Helsinki, resultado del juicio de Núremberg luego de las atrocidades cometidas en los campos nazis de concentración, ha sido determinante en la ética de la investigación en seres humanos, tanto como el Código Internacional de Ética Médica, basado a su vez en el Juramento Hipocrático; los trasplantes tienen ahora las mejores bases científicas, éticas y jurídicas. Los trasplantes de órganos en seres humanos se fundamentan en tres principios básicos: todo procedimiento debe estar avalado por una importante investigación científica previa; el equipo científico debe tener formación y experiencia suficientes, y la institución en donde se realicen las intervenciones debe contar con trayectoria ética y científica reconocida. El estadounidense Van Renssealer Potter, en 1978, acuñó la palabra “bioética” (tomada del filósofo alemán Fritz Jahr, 1927), a partir de discusiones en torno a los derechos de los moribundos, y los problemas de prolongar las agonías.

Colombia ha ido a la par del desarrollo mundial en materia de trasplantes, bioética y legislación. Hace más de 40 años el equipo de trabajo encabezado por el cirujano Álvaro Velásquez, del Hospital San Vicente de Paul realizó el primer trasplante en Colombia. Ya son miles de distintos órganos implantados en varias ciudades este país, y muchísimos los receptores que se beneficiaron con nuevos alientos de vida. Desde el extinto Hospital San Juan de Dios de Bogotá, referente científico colombiano, el Dr. Jaime Escobar Triana inició el estudio y la socialización de temas como los dilemas éticos, los derechos de los pacientes y, en especial, a la muerte digna.

En 1988, la Ley 73 reglamentó la donación y trasplante de órganos y componentes anatómicos, a partir de lo dispuesto en la famosa ley 9ª de 1979. En 2004, la ley 909 prohibió y tipificó como delito la comercialización de componentes anatómicos para trasplante. Recientemente, el Congreso envió para sanción presidencial el proyecto de ley 93 de 2015, según la cual todo colombiano será donante potencial a menos que en vida exprese lo contrario, y restringe los trasplantes a extranjeros no residentes en Colombia, entre otras disposiciones. No obstante, fue devuelto con algunas objeciones puntuales enfocadas a la revisión de la promoción y pedagogía en los medios, prohibición de la salida al exterior de órganos y tejidos, el Registro Nacional de Donantes y la conformación del Comité Técnico.

Es bueno recordar que solo un 2% de los pacientes en espera resulta trasplantado, que por cada donante hay 22 personas en lista de espera, y que en Colombia, solo hay 7 donantes efectivos por cada millón de habitantes. El país se beneficiará de esta iniciativa de gran acogida en los medios científicos y la sociedad en general.