El zar Nicolás Alejandro: un dictadorzuelo maduro para caer

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Escrito por:

José Noriega

José Noriega

Columna: Opinión

e-mail: jmartinnoriega@hotmail.com



“Se puede engañar a una parte del pueblo todo el tiempo, a todo el pueblo durante cierto tiempo, pero no a todo el pueblo todo el tiempo” (Abraham Lincoln – expresidente de Estados Unidos)

Hace un poco más de cien años, por estas misma épocas, por el Palacio imperial en Moscú hervía la pasión mientras en las huestes revolucionarias se cocinaba suculento menú como era el de enfrentar al tirano y ponerlo de patitas en la calle, puesto que ya no aguantaban más sus aberraciones pseudo democráticas que despertaban la tiranía absurda en la que había convertido a su pueblo y lo mismo está ocurriendo hoy cuando desde el Palacio de Miraflores e investido de plenos poderes entregados por un pueblo adormecido y embutido en su propia insensatez, encontramos a un dictadorzuelo de pacotilla que, en medio de sus limitaciones, se cree estar signado por el mismísimo Dios y reparte sables y mandobles a diestra y siniestra a todos aquellos que osan controvertir sus plenos poderes dados con las famosas leyes habilitantes, emulando a aquel badulaque administrativo que seguía fielmente los postulados dictados por el famoso monje Rasputín y allí plasmaba sus atrocidades en los famosos ucases o decretos del zar.

Hoy, veinticuatro años después de aquella fallida intentona golpista dada por la cofradía de los coroneles, comandados por el teniente coronel Hugo Rafael Chávez Frías, los compatriotas del Libertador se están dando cuenta de la manera tan brutal como su país ha sucumbido ante los embates de una pésima administración, al punto que han dilapidado millones de dólares cuando, creyéndose unos magnates árabes, empezaron a regalarle petróleo a unos vagos buenos para nada, -suelen autoproclamarse de izquierda-, que siendo sus vecinos ladraban como perros y lamían la suela de sus zapatos pidiendo limosna y en contraprestación respaldaban todas las bestialidades que se le ocurrían, primero a quien se creía la reencarnación de Bolívar y posteriormente al exconductor del metro de Caracas, un personaje de escasísimas virtudes democráticas que solamente se ha dedicado a vociferar y escupir tonterías mientras arrincona a su pueblo en la más cruel de las desgracias, al punto que hoy no hay medicinas, alimentos, reservas económicas, absolutamente nada y la diáspora venezolana deambula por el mundo en busca de mejores y más claros horizontes.

Impotente el pueblo venezolano observa cómo se desmorona su economía, sin que haya nada que comer y sin la manera de satisfacer las más elementales necesidades del ser humano, en donde hasta los pañales para bebés escasean y para obtenerlos hay que llevar al bebé o el registro civil y entre tanto el sátrapa apela a cualquier mendacidad para justificar su nefasta presencia y esgrime como argumento que todo es consecuencia de un complot internacional para derrocarlo y se sostiene gracias a la posición autoritaria del exmilitar Diosdado Cabello, de quien muchos aseguran comanda el denominado “cartel de los soles”, una organización transnacional del delito que tiene como función principal que la patria de Francisco Miranda sirva como corredor en tránsito para el tráfico de narcóticos e insumos para su procesamiento. Y mientras el pueblo se revuelca en la inmundicia de la miseria y sin absolutamente nada que comer, ni con qué comprar cualquier arepa rellena, el mundo democrático se repliega en su indolencia y, peor aún, el vecindario prefiere hacerse el de la vista gorda y mirar hacia otro lado y le da la espalda a una realidad que avergüenza a la región, y el país hermano, Colombia, en una actitud carente de solidaridad y falta de criterio de su gobernante, palidece ante la despótica situación gubernamental y hasta ha olvidado el cierre de la frontera que ocasionó la expulsión de miles de compatriotas que eran venezolanos por adopción y de los cuales hoy nadie se acuerda. Frente a ello y como queriendo sacar las garras por la región el secretario general de la OEA, el uruguayo Luis Almagro, concitó a todos los países del área con el propósito de darle aplicabilidad a la denominada “Carta Democrática”, un compendio de valores que debe ser aplicado por cualquier democracia medianamente decente y seria, pero ocurrió lo impensable, que Argentina la metió en el congelador por cuanto su actual canciller está aspirando a ser escogida como Secretaria de las Naciones Unidas y ahí sí que entre el diablo y escoja, porque nuevamente anteponemos los intereses personales a los de los harapientos que mueren de hambre ante la indolencia de los demás y solo queda esperar que la petición del Parlamento Europeo surta efectos para la liberación de los presos políticos y activación del proceso revocatorio y el timonel de esa Bananas Repúblicas termine de llenar sus alforjas, recoja sus bártulos y se largue hacia donde nadie sepa de él ni pueda hacer más daño. Quiera Dios que así sea.


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